sábado, 6 de septiembre de 2014

El origen de la orden - Capitulo 5 "La máscara de el Mago"


15-03-2014
07:37 PM

El Mago y el Caballero venían saliendo de Plaza Mayor, rumbo a sus casas, pero algo les detuvo, ellos se detuvieron en el camino al ver que una chica estaba siendo atacada por unos chicos, el Caballero coloco su mano en el pecho de el Mago y le empujo hacia atrás, ladeando su cabeza de un lado a otro, haciéndole entender que no podían hacer nada.

  • Hay que hacer algo, es una chica y ellos son cinco ladrones, maldita sea, ¡HAY QUE HACER ALGO! — grito el Mago, entre dientes —. Si no hacemos algo la van a...
  • ¡NO! — grito el Caballero —. Una vez intentaste dártelas de héroe y eso te enloqueció totalmente, te estas recuperando, así que no dejare que vuelva a pasar.

Los ladrones se percataron de la presencia de ambos y al girar, les vieron, el Mago y el Caballero solo dieron varios pasos hacia atrás, y uno de los ladrones reconoció al Mago, el ladrón le grito a los otros que debían huir y todos corrieron, el Caballero miraba a el Mago con mucha confusión y sin pensarlo mucho le pregunto.

  • ¿Lo conoces? ¿De donde lo conoces? — mientras le apretaba la camisa.
  • Si, le conozco y se donde encontrarlos — dijo el Mago.
  • No, no vamos a hacerlo... — dijo el Caballero.
  • Eres un Caballero, tu impartes justicia — le dijo el Mago mientras subía el tono y la chica gritaba que le ayudaran.
  • Maldita sea, siempre me terminas convenciendo — dijo el Caballero.

Ambos corrieron hacia donde se encontraba la chica y se aseguraron de que no le hubieran malogrado ni hecho algo malo, la chica estaba bien pero no tenia dinero, el Caballero le dio dinero a la chica suficiente para que pudiera irse a su casa, tras acompañarla en la parada hasta que esta se fuera, el Caballero se acerco al Mago nuevamente.

  • ¿Que vamos a hacer? — pregunto preocupado.
  • No haremos nada... — respondió el Mago.
  • ¿Que? ¿Nada? Hace unos segundos di... — alcanzo a decir el Caballero.
  • Daremos — dijo el Mago interrumpiéndole.
  • ¿Daremos? ¿Que daremos? ¿Que vamos a dar? — pregunto el Caballero bastante confundido.
  • Justicia, lecciones...Y algunos consejos — dijo el Mago.
  • Maldición... Estas bien demente hijo de perra — le dijo el Caballero.
  • Jajajajaja... Amigo amigo... — dijo el Mago riéndose —. Mas demente esta el que acompaña en la locura que quien la posee.

16-03-2014
12:31 AM

  • ¿En serio es necesario que me ponga esto? — decía el Caballero —. Oye, esto esta bastante incomodo.
  • Vamos amigo, te va a encantar — dijo el Mago en respuesta —. La primera vez que te colocas un traje se te es incomodo, pero cuando entiendes lo que eres cuando estas en el, créeme que jamas te lo vas a querer quitar.
  • De acuerdo de acuerdo, lo que tu digas, oye ¿me ayudas con el antifaz? — pregunto el Caballero mientras le daba al Mago un antifaz de cuero negro.
  • Seguro... Esto va a estar de lujo — decía el Mago en tono alegre mientras le colocaba el antifaz a el Caballero.
  • De acuerdo, Batman y Robin están listos, ahora pregunto ¿como demonios nos vamos a defender? — pregunto el Caballero —. ¿Con las uñitas?
  • Paciencia, paciencia... En mi armario hay unos cuantos juguetes ve por ellos — respondió el Mago mientras se colocaba una especie prenda de mallas bastante oscura en su rostro.

El Caballero abrió el armario del Mago pero no vio nada especial, nada excepto una especie de mini perilla oculta, el Caballero la giro con mucho cuidado y la empujo, al abrirla vio que había un espacio pequeño, donde únicamente entraba un bolso bastante largo de color militar, el Caballero saco el bolso y lo arrojo en la cama de el Mago.

  • ¿Y bien? ¿Que esperas para abrirlo? — pregunto el Mago.
  • Ahí esta, ¿cierto? — pregunto el Caballero —. Tu máscara.
  • Así es amigo, apresurate antes de que mi mama despierte — respondió el Mago, apresurándole.

El Caballero se dirigió a la cama y abrió el bolso, lo primero que vio fue una máscara de Guy Fawkes en color negro, pero las cejas, la barba, el mostacho y una enorme equis en la mejilla izquierda eran de un color rojo intenso, el Caballero la tomo y se la arrojo a el Mago, quien la atrapo y se la coloco de una vez. El Caballero miraba como el Mago respiraba de forma de agitada mientras presionaba la máscara contra su rostro, tras varios segundos el Mago respiro profundamente y empuño sus manos. El Caballero no se atrevía a dirigirle la palabra, tras varios minutos el Mago se giro hacia el Caballero y le miro directamente a los ojos.

  • ¡El bello durmiente, se ha despertado! — exclamo con una voz mas profunda y fría que la suya.
  • Amigo... — decía en voz baja el Caballero tratando de auto-convencerse de que era mentira aquello que el Mago le había dicho, que esa máscara no estaba maldita.
  • Aquí estoy Caballero, sigo aquí, soy el mismo... Pero mas poderoso — dijo el Mago usando nuevamente su voz fría y profunda.
  • Deja de hablar así cabrón, que me asustas — dijo el Caballero.
  • Cierra el yelmo y saca los juguetes de los que te hable — dijo el Mago.

El Caballero introdujo su mano adentro del bolso pero luego la saco rápidamente, pues se lastimo con algo, este miro para ver y vio un par de bates de béisbol envueltos en aluminio y rodeados con alambre de púas, el Caballero saco ambos bates y miro al Mago.

  • Malnacido, y me dijiste que habías perdido mis antiguos bates de béisbol — dijo el Caballero mientras se reía.

El Caballero le arrojo uno de los bates al Mago y coloco el otro en la cama, a un lado del bolso mientras siguió buscando, luego encontró tres botellas con un liquido adentro y algo que parecía ser un marcador, además de ello parecía estar sellado en la tapa con una capa de fósforo, el Caballero miro a el Mago.

  • ¿Que es esto? — pregunto.
  • Magia — respondió el Mago.
  • ¿Y que contiene? — pregunto de nuevo.
  • Magia — volvió a responder el Mago.
  • Maldición... Pasas mucho tiempo en la deep web — dijo el Caballero mientras le arrojaba a el Mago las bombas improvisadas.

El Caballero siguió buscando y saco lo que parecía ser una pistola de silicona del bolso, pero esta tenia una especie de baterías conectadas a los lados con unos cables hacia la boca de la pistola.

  • ¿Que es esto? — pregunto el Caballero.
  • Oscuridad instantánea — respondió el Mago.
  • Maldición... Y yo que creía que era yo quien tenia los mejores juguetes — dijo el Caballero.

El Caballero arrojo la pistola de “oscuridad instantánea” a el Mago y luego saco una especie de boomerang que coloco en su cinturón junto con una daga antigua en excelente estado y con mucho filo. Lo ultimo que el Caballero saco del bolso fue una especie de vara hueca, con un orificio debajo y se la arrojo a el Mago. El Mago y el Caballero estaban listos para ir a impartir justicia sobre los ladrones que habían asaltado a la chica.

16-03-2014
01:15 AM

El Caballero y el Mago llegaron a una casa cercana a donde vivía el Mago, el Mago miro a el Caballero y le asintió con la cabeza, era el sitio correcto, los ladrones eran unos vecinos de el Mago.
 
  • ¿En serio hay que hacerlo? — pregunto el Caballero.
  • Amigo, nos vamos a divertir — le respondió el Mago con su voz profunda.

El Mago desenfundo su varita y saco una de las bombas de adentro de su suéter y coloco lo que parecía ser la mecha de esta en el orificio de la varita.

  • Buenas noches, jóvenes ladrones — dijo el Mago al llegar al porche de la casa, donde los chicos estaban reunidos —. Es un placer llegar sin ser invitado.

El Mago giro con fuerza la varita y al despegarse de la bomba esta se encendió ante la atónita mirada de el Caballero y la arrojo. La bomba comenzó a segregar una especie de humareda color rojo que al parecer provocaba picazón a los ladrones. Uno de ellos se abalanzo sobre el Mago pero el Caballero levanto su pierna y le dio una patada en el pecho derribándolo, otro ladrón fue por el Caballero pero este saco su bate y le golpeo en el estomago levemente, provocándole una herida no mortal que lo saco de combate gracias al alambre de púas, otro de los ladrones fue por el Mago pero el Caballero lanzo su boomerang y le golpeo en la cabeza haciéndole perder el conocimiento. El ladrón que había recibido la patada en el pecho se levanto y ataco nuevamente a el Mago pero este se defendió dándole un golpe tremendo en su costilla derecha, el ladrón cayo en el suelo adolorido. El ladrón que había reconocido a el Mago y el otro que aun faltaba aparecieron apuntándoles con unas pequeñas armas de fuego, al mismo tiempo en que el Mago desenfundo su pistola improvisada, al verla ambos ladrones rieron pero el Mago la acciono, la pistola había ejercido una especie de explosión sónica que había hecho estallar todos los bombillos de la casa, los ladrones se asustaron y perdieron de vista tanto a el Mago como a el Caballero.

  • Daniel, has sido un chico muy malo — dijo el Mago con su voz profunda y fría —. No llevas cosas robadas a casa de tus padres.

Los ladrones no querían disparar pues sabían que se meterían en bastantes problemas, el ladrón llamado Daniel empezó a pedir perdón y el otro trato de correr pero algo le empujo hacia Daniel y ambos cayeron en el suelo, asustados y agobiados pues no sabían que era lo que les podía suceder. Luego vieron una especie de llama encenderse frente a ellos, el Mago había encendido otra de las bombas, pero esta provocaba una humareda blanca y dicha humareda provoco que los ladrones se quedaran dormidos, el Mago y el Caballero estaban afuera de la casa y por eso no se vieron afectados.

  • ¿Que son? — pregunto el Caballero —. No seas cruel hermano, explícame.
  • De acuerdo — respondió el Mago —. Son bombas improvisadas.
  • Eso lo se, me refiero a que... ¿De que están hechas? — pregunto el Caballero.
  • De acuerdo, de acuerdo... — dijo el Mago —. Sin querer entre a una pagina que contenía archivos militares del gobierno de Estados Unidos, en ella había información sobre armas militares de contención civil improvisadas, en caso de que hubiera una guerra civil, es bueno saber que al menos en Estados Unidos no le dispararían a su gente, a diferencia de aquí.
  • ¿Entonces? ¿Como las hiciste? — pregunto el Caballero.
  • Eres pésimo en química, no entenderías... — respondió el Mago —. Pero puedo decirte que si la enciendes y la bates, genera un humo que provoca picazón, si solo la enciendes genera un humo que seda a quienes lo respiren... Pero si la enciendes y dejas que la tapa se consuma esta expulsara a chorros un ácido bastante corrosivo.
  • Diablos, ¿y en que ayuda el ácido a la contención? — pregunto el Caballero.
  • Bueno... Supongo que por eso nunca las fabricaron — respondió el Mago.
  • ¿Que hay de la pistola? — pregunto el Caballero.
  • La pistola genera una sobrecarga de energía y la expulsa en forma de ondas, estas ondas están sobrecargadas de energía y dicha energía sobrecarga cualquier recipiente de energía y le hace estallar — respondió el Mago.
  • Espera un minuto... ¿Cualquier recipiente? — pregunto el Caballero —. O sea, ¿cualquier aparato o cosa, que almacene energía?
  • Mierda... Mi maldito teléfono — dijo el Caballero —. Yo te mato, en serio te mato.
  • Oh oh... — dijo el Mago —. No solo tu teléfono.
  • ¿El tuyo también? — pregunto el Caballero riéndose —. ¡Oh mierda! Las cosas adentro de esa casa.

El Mago asintió con la cabeza y ambos rieron, luego salieron corriendo y se metieron en la casa de el Mago, ambos tenían un ataque de risa enorme y anormal.

16-03-2014
07:59 AM

Los rayos del sol entraban por la ventana de la habitación de el Mago, lo cual le despertó algo enojado pues alguien había abierto las cortinas que todas las noches el mismo cerraba. En estado de somnolencia, el Mago entreabrió sus ojos y vio parada en el frente de su cama a la silueta de una mujer, en seguida le reconoció, era la Reina, el Mago se levanto prontamente de su cama para mirarla a los ojos.

  • Dime... Que no lo hiciste... Por favor... — dijo la Reina.
  • Bien, no lo hice — respondió el Mago en tono tranquilo.
  • ¿Estas bromeando? — pregunto la Reina, muy seriamente.
  • No me atrevería a jugarle una broma a su majestad — respondió el Mago, haciéndole luego un acto de reverencia.
  • ¡MALDITA SEA! ¿En que coño estas pensando? — pregunto la Reina en un tono bastante alto y colérico.
  • ¿Sabes? Realmente, ni siquiera estoy pensando — respondió el Mago, echándose de nuevo en la cama.
  • Debes dejar esto de ser un superhéroe de lado... En serio, por tu bien... — dijo la Reina, mientras salia de la habitación cerrando estruendosamente la puerta.

El Mago no dijo nada, solo se quedo mirando hacia la ventana desde su cama, oyendo un silencio que tras varios segundos fue interrumpido por un estruendo ocasionado por múltiples golpes de algo contra el suelo, el Mago corrió lo mas rápido que pudo hacia abajo, en la sala encontró a la Reina quien estaba usando uno de los bates para destruir la mascara de el Mago, ambos se miraron fijamente a los ojos por varios minutos, y fue la Reina quien puso fin a la tensión.

  • Es por tu bien, y tu lo sabes... — dijo con la voz bastante quebrada —. ¿Estarás conmigo en la orden? Mago... Te necesito, pero no a la mascara, a ti, al chico detrás de ella.

El Mago le quito el bate a la Reina, luego se poso enfrente de ella y acerco sus labios lo mas que pudo a los oídos de esta.

  • Tu necesitas a el Mago... No a mi... Pero aun sin mi mascara... Puedo serlo... — dijo el Mago en voz baja —. Puedo ser lo que tu quieras que sea, si así lo deseas.

Luego de eso el Mago volvió a subir a su habitación, la Reina se quedo de pie, pensativa. Luego de un par de minutos el Caballero entro a la sala, miro la mascara destruida de el Mago tirada en el suelo, miro a la Reina y le sonrió.

  • Esa cosa me daba miedo, menos mal la destruyo, su alteza — le dijo el Caballero —. No se preocupe por el, pronto lo entenderá y se le pasara.
  • Espero que sea así — dijo la Reina, en respuesta.
  • No se preocupe, estará bien — dijo el Caballero —. ¿Quiere café? La mama de el Mago dejo preparado, venga y se toma un sorbo.
  • ¿Porque lo hiciste? — pregunto la Reina.
  • No podía decirle que no... Además, no podemos ser solo creados con la intención de pertenecer únicamente a algo de farándula... — respondió el Caballero —. ¿O si?
  • Ya ni se... Esto es demasiado confuso... — respondió la Reina.
  • Venga Reina, vamos a tomarnos el café — dijo el Caballero.

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