lunes, 20 de abril de 2015

Querida Roxanne.

     01/05/2015

     Puerto la Cruz, Anzoátegui-Venezuela.


 Querida Roxanne Coraline Mathers Malvis, he dedicado gran parte de mi extremadamente poco valioso tiempo a pensarte. No extrañarte se me ha hecho imposible, voy a confesarlo, te extraño. Hay cosas que aún me cuesta aceptar, como el haberte perdido aprendiendo tarde a valorarte. No tengo una buena excusa para justificar mis patéticamente absurdas acciones, tampoco la tengo para escribirte. Pero acepto qué, te amo sin quererte, pues no te quiero conmigo... Haberte alejado de mi, me entregó doce razones para continuar, cielo, ¿acaso no es obvio? Adelante, cuenta conmigo, levanta el dedo índice de tu mano derecha y sonríe, ahí está la primera razón, al fin puedes sonreír por tonterías. Levanta el dedo medio de tu mano derecha, ahora cierra los ojos y pide un deseo... El que sea... ¿Ya? ¿Lo ves? Cielo, ya no tienes miedo de salir lastimada, al fin puedes creer en cualquier cosa. Levanta el dedo meñique de tu mano derecha, ¿lo notaste? Ahora eres acreedora de esperanza, tienes la esperanza de qué, cada cosa será mejor, y mejorará; y lo hará cielo, lo hará... Ahora levanta el anular, de la misma mano, claro, respóndete una cosa... ¿Amas? Querida Roxanne, cielo, te amas a ti y eso es suficiente para mi.... Levanta el pulgar y coloca tus manos en tu pecho, ¿alguna vez creíste en mi? Dulce Roxanne, ahora lo haces, crees qué lo que estoy sintiendo ahora es tan puro qué ha sido capaz de limpiar los errores de ambos en el pasado. Levanta el pulgar de tu mano izquierda ahora, respira, ¿lo ves? Tu aire ahora es más puro sin mi olor. Levanta el dedo índice, ahora piensame durante un par de minutos, ¿puedes notarlo, cielo? Ya no puedo lastimarte, al olvidarme hiciste que yo olvidara como lastimarte, gracias... Muchas gracias... Levanta el dedo medio ahora, cielo, cierra los ojos, mantente en silencio durante un par de minutos... ¿Puedes oírla? En el viento está escrita la mejor de mis poesías, y es únicamente para ti, escúchala cada vez qué lo necesites, su musa es infinita... Dale paso al anular, he sido anulado, ya no necesitas necesitarme, lo cual es maravilloso, cielo, estoy tan feliz de que tú, al fin hayas logrado aceptar que soy tan sólo una pequeña parte de tu pasado. Ya falta poco, honey, levanta el meñique de tu izquierda, vamos por la diez y puedo notar, cielo, qué eres tan feliz, pero tan feliz, qué dudo que conozcas ahora lo que es estar triste. Ahora baja los deditos y vuelve a levantar pero tan sólo, el dedo índice de tu mano derecha, cielo, tengo musa, al fin tengo musa... Levanta el índice, de tu mano izquierda ahora para terminar, ¿sabes de casualidad cielo, por qué la mayoría de mis razones para continuar se basaron en ti, y sólo en ti? Porque ese es el detalle cariño, se trata de ti. Querida Roxanne, cielo, yo soy feliz sólo si tú lo eres. Quisiera hacerte saber qué nunca dejaré de escribir historias qué imagino son contigo, eres la protagonista de mi vida.

 Querida Roxanne, te extraño. Cielo, hay cosas que ningún hombre sabe ocultar, tal y como lo es, el hecho de estar enamorado, de cuando en cuando intento creer que no te amo, pero siempre me doy cuenta al final, de que estoy, muy, pero muy... Enamorado de ti. ¿Sabes acaso, cual es la diferencia entre amarte y dejar de amarte? No la hay, ¿sabes por qué? Porque amarte es tan fácil como dejar de hacerlo y dejar de amarte tan difícil como hacerlo, admito qué mi literatura en ocasiones suele ser contradictoria, al igual qué lo que siento por ti, en momentos te olvido, en otros te pienso, a veces te imagino, pero claro, ¿sabías que siempre te estoy extrañando? Es algo curioso, demasiado en realidad. Estoy consciente cielo, de qué, escribir por ti, para ti o hacia ti, es un error, pero te confieso que este es el error más hermoso qué cometo a menudo. No me lees, lo sé, y eso me da el valor necesario para actuar, ¿ya lo ves? Es cómo esa ave majestuosa qué emprende su vuelo elegante en el amplio y enorme cielo, nadie sabe que lo hace, porque no la ven y aún así ella lo hace para que la vean, más no con la intención de ser vista, así es mi literatura, pues lo maravillosamente cierto es qué, tú nombre completo está escrito en todas mis líneas.

 Querida Roxanne, te pienso. ¿Por qué los hombres estamos acostumbrados a callar lo qué sentimos, cielo? Somos malditamente propensos tanto a hacer daño como hacernos, pues nosotros mismos nos hacemos daño, y hacemos también, claro está. Eres el viento que mueve todas mis nubes, la lluvia qué moja todos mis suelos, el sol que seca mis lagos, la luna que aclara mis noches, la estrella que más sonríe en todos mis cielos... Querida Roxanne, verte fue algo demasiado hermoso, aunque nunca me miraste, nunca te miré, y nunca nos miramos, si nos vimos, cielo. Nuestras miradas se cruzaron fugazmente, tú lo sabes, yo lo sé, tus ojitos fueron como la sonrisa de un bebé, delicada, tierna e inocente, jamás en mi vida tuve un momento así, de sentimientos encontrados y otros más dado por perdidos. Mi mirada se encendió como una mañana al salir del sol, y a la vez se humedeció, no pude, lo siento... No tienes idea alguna de cuan triste es verte sin mirarte. Aún así, fue la mirada cruzada no vista más hermosa de mi vida, rayos, si. ¡Oh cariño, no sabes cuan hermoso fue! ¡Cielos, cielo, te amo tanto!

 Querida Roxanne, me obligué a creer que ya no siento nada por ti, pero estaba equivocado, demonios...Te sigo amando. Cielo, aún lo hago, no puedo evitar amarte cada vez más. Es confuso, ya qué no estoy enamorado de ti. ¿Pero por qué me duele tanto? Eso es lo confuso, cielo, llegar a entender qué, no siento nada por ti, pero a que a la vez es mentira, créeme, aún te amo y lo hago cómo tiene que hacerse. Dicen, que el amor no es más que un grito en el vacío, pero yo creo que más que ser el grito, el amor es el propio vacío, tal cómo ese brazo qué te rodea más no te abraza... Cielo, estoy consciente de qué el hecho de no haberte perdonado a tiempo, me quita el derecho neto de pedirte perdón, pero cariño, igual estaré aquí pidiendo esto, acepta mis disculpas.

Posdata: ¿Recuerdas aquella vez cuando te dije que eramos un círculo vicioso? Nunca tuve la oportunidad de explicarte eso, así que lo haré ahora... Cuando dije qué eramos un círculo vicioso, no lo hice con la mala intención de herirte, pues sé que pensaste lo peor, y te voy a confesar qué aunque aquella vez te dije qué me refería a qué tú siempre me ganabas si de cometer errores hablábamos, no era eso... Tu sonrisa equivalía a mil de las mías, y sé qué ni siquiera miles de infinitas sonrisas mías nunca tendrían el mismo valor qué una de las tuyas, porque  realmente no era suficiente. Tú sonreías estando consciente del valor, y ahí es a dónde voy, ¿ya lo ves? Es correcto, el círculo vicioso era porqué tú me hacías sonreír, igual yo a ti, sonreírte te hacía feliz, y sonreírme me hacía a mi... Eres y serás la alegría de mi felicidad.

Posdata 2: Te amo, querida Roxanne.

Deseé morir

29 de enero del 2015, 11:53 pm.

 Sin duda estaba en mi mejor cumpleaños, el 100% de las mejores cosas que deseaba que me pasaran, me estaban pasando, y pensaba incluso que ya nada más podía mejorar... Me encontraba a 7 minutos de ver finalizado "Mi día", por ello decidí alejarme de todo el mundo un rato, recostarme debajo de mi cama, única y exclusivamente a analizar mi situación, a ver ¿que era lo que me faltaba para qué cumplir 20 años resultara una experiencia muy hermosa? Sin duda, morir, pensé de golpe y pues, estaba en lo cierto... Pero ¿quién sería capaz de suicidarse el día de su cumpleaños? ¿Quién? A mi, sin duda se me podían ocurrir las más brillantes maneras para llevar a cabo un suicido perfecto, pero hay que ser realistas, tengo el coraje pero me falta valor para ser quién coloque el punto final a mi historia.

 Antes de tirarme debajo de mi cama, llevé conmigo un par de cigarrillos, media botella de ron y un cigarro de esos que dan risa. ¿Para qué llevaba todo eso? Pues a una pregunta interesante, una respuesta interesante, no lo sé. Sonreí, y encendí el primer cigarrillo. Fumé de manera relajada debajo de mi cama, inhalando y exhalando, aunque sin mentir, en ocasiones debía tragarme un buen trago de ron para ahogar el nudo atado en mi garganta. 

 Miré mi reloj y noté que cuando 27 segundos faltaban para terminar el día, mi reloj se detuvo, así que supuse que el tiempo había dejado de avanzar, mi piel se erizó por completo al sentir que un frío me arropaba y cerré los ojos. 

 — Hola, José Javier — oí un susurro en mi oído.

 — Te esperaba con ansias, ¿por qué tardaste tanto? — pregunté un poco confuso.

 — Esperaba el momento indicado para tenerte — respondió.

 — Es mi cumpleaños — comenté.

 — Sé que lo es — aseguró  —.   ¿Un día difícil? — preguntó.

 — No... Una vida difícil — respondí —.   ¿Cual es mi regalo? — pregunté curioso, con una sonrisa en mi rostro.

 — Voy darte el mejor regalo de todos, te concederé un deseo — respondió —.   El deseo que tú quieras — continuó.

 Una lágrima se deslizó por mis mejillas y sonreí.

 — Deseo morir — dije sin abrir los ojos y sin borrar la sonrisa alegre de mi rostro.

 — Sin duda el mejor deseo, morir... — decía —.   Pero, José, ¿estás consciente de qué no puedo matarte? — preguntó.

 — Lo suficientemente consciente para saberlo, y lo necesariamente consciente para entender que debo quitármela yo — respondí.

 — ¿Cómo lo harás? — preguntó.

 — ¿Debería rajar mis venas y dejar que se escurra de mi, toda esa ira, rabia y rencor que llevo dentro  para así ser purgado de mi maldad por fin? — le pregunté.

 — ¡¿QUE ESPERAS?! ¡HAZLO! — respondió con una incitación que ya esperaba.

 Cerré mi mano derecha empuñándola y sentí como algo cortaba la palma de mi mano. La abrí despacio y sin abrir los ojos, tomé la hojilla entre mis dedos y; accedí a cortar profunda y lentamente mis muñecas, podía sentir como la calidez de mi sangre descendía por mis fríos brazos.

 — ¿Cómo te sientes? — preguntó.

 — Relajado — respondí sin pensar.

 — Bien... Y... ¿Qué sientes? — preguntó.

 — Siento que acabo de liberar muchas cargas, cómo si algo malo dentro de mi se hubiera marchado para siempre — respondí.

 — ¿Y ahora qué? — preguntó.

 — Hay que esperar — respondí.

 Cada minuto que transcurría parecía eterno, podía sentir qué incluso, cada minuto era en realidad una vida que se extinguía lentamente. Realmente estaba muriendo. Cada memoria, cada instante, cada momento, cada recuerdo de mi, estaba siendo extinguido de mi mente. No vi en ningún momento mi vida pasar frente a mis ojos, pues siempre los mantuve cerrados. Estaba en un descendencia lenta, el concepto de morir estaba cambiando para mi... Ya nada sería igual después de esto, lo sabía, y estaba seguro de eso.

 — ¿Por qué? — preguntó.

 — Porque es mi deseo — respondí.

 — ¿Pero, por qué fue ese tu deseo? — preguntó de nuevo.

 Sonreí, despacio, muy lento.

 — Aunque pocos lo aceptemos, todos deseamos morir — respondí —.   Los vivos anhelamos siempre una cosa, un final lento, algunos incluso quieren un final eterno, pero yo no deseo eso, yo sólo deseo un final rápido — continué.

 — El secreto de morir es no estar vivo — comentó.

 — ¿Secreto? — pregunté curioso.

 — Por supuesto, la muerte es hermosa — dijo en respuesta —.   Nadie sabe apreciarla, nadie tiene el conocimiento necesario para comprender que morir es en realidad estar vivo, nadie cree que lo que llaman "final", es en realidad un buen comienzo — continuó diciendo.

 — ¿Por qué? — pregunté.

 — Por la misma razón que no has abierto los ojos — respondió —.   Miedo.

 — Pero yo no tengo miedo — dije.

 — Claro que si, tienes miedo a que todo salga mal — replicó.

 No dije nada, sólo hice silencio.

 — El mundo cambiará cuando todos decidan arriesgarse — continuó.

 — Está oscuro — dije.

 — No, tú eres lo oscuro — dijo.

 Ya no sentía la calidez de mi sangre descender por mis brazos, ya no sentía frío, ni muchos odio, había olvidado el rencor, y mi ira.

 — Estás muerto, Javier Barreto — dijo.

 No podía estar feliz, ni enojado, ni triste, ni agobiado, ni asustado, sólo podía estar muerto de ahora en adelante. Se había cumplido mi deseo.

 Nunca estuve en ningún lugar, todo era vacío, oscuro, había mucho silencio y únicamente me limitaba a no pensar. Pero mi mente era más fuerte qué yo. Estaba en un estado de muerte, desconocía ahora lo qué era estar vivo, me sentía invulnerable a todo y por primera vez ya nada podía lastimarme, nada me hacía daño.

 Cómo todo ser humano he cometido errores, y admito que han sido muchos, confieso qué incluso mis acciones han sido erróneas, estoy tan lleno de errores qué incluso estoy seguro de qué yo mismo soy mi peor error. Pero la pregunta del millón, es, ¿por qué nos equivocamos? ¿Con qué fin? Yo tengo la creencia de qué, cada error es mucho más qué una simple enseñanza, juro y creo que si, estoy seguro de eso. Somos malditamente espinados, como una rosa que lastima a quién sea que se acerque, sin ver quién es, sin saber por qué lo hacemos, sin poder evitar creer qué si no lastimamos primero, seremos lastimados. Y estamos en lo cierto si tomamos en cuenta qué, a quién lastimaremos piensa que si no nos lastima le vamos a lastimar, malditos círculos viciosos.

 Yo siempre estoy en compañía de mi soledad. Esa es la razón por la cual nunca he necesitado a alguien, estoy muerto, no puedo estar feliz, porque no sé sonreír. No puedo estar triste, olvidé cómo llorar. No puedo enojarme, porqué ya no existe algo que pueda hacerme sentir vivo, estoy muerto...

 — Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... — susurraba.

 — No, no lo estás hijo, pero estuviste cerca, bienvenido de vuelta — oí una voz gruesa hablarme.

 Abrí los ojos, me encontraba acostado en una camilla de algún hospital. Miré ambos brazos y estaban vendados.

 — Tuviste mucha suerte, yo te salvé, soy el Doctor Domínico Rodríguez — se presentó —.   ¿Cómo te sientes? — preguntó mientras revisaba unos papeles.

 — Muerto — respondí.

 El doctor levantó la mirada y me miró directo a los ojos.

 — Está equivocado Doctor, usted no me salvó — dije —.   Me salvó ella — continué.

 — ¿Quién es "ella"? — preguntó, con algo de curiosidad en su voz.

 — La muerte — respondí —.   La muerte me salvó de la peor de las muertes, estar vivo — continué.

 El Doctor, dibujó en su cara serias facciones y quitándose las gafas me preguntó:

 — ¿Entonces ya no estás vivo? — mirándome a los ojos.

 — Así es, ella me concedió mi deseo, y decidí permitir qué se cumpliera — respondí.

 — ¿Por qué tomaste esa decisión si sabes que continuarás vivo y qué todo volverá a ser igual? — preguntó.

 —  Se equivoca, ya nada será igual doctor, aunque estemos en vida, hay decisiones que nos dejan apestando a muerte — respondí.

 — ¿Qué deseaste exactamente? — preguntó el doctor, mientras una enfermera se acercaba a él.

 Giré mi mirada hacia la ventana.

 — Deseé morir — respondí sin mirarles.

 — ¿Diagnóstico Doctor? — oí a la enfermera preguntar.

 Un silencio invadió la habitación durante un par de minutos.

 — Esquizofrenia — respondió...

Abra-Kadabra

" Estoy asustado... Si, tengo miedo... Mucho miedo. Me gustaría saber, ¿por qué? ¿A qué le tengo miedo? Esto ya no es cuestión y/o asunto de un par de cosas, hay mucho en juego, demasiada imaginación, demasiada frustración, demasiada alegría, demasiada ira, demasiada tristeza, todo está en "demasiada" porque "demasiada" es en realidad y tan solo un poco más, un poco más de aquellas cosas que merecen sobrar, que merecen no ser pocas, ni escasas... ¿Quién tuvo la culpa? ¿Quién fue el culpable? ¿Quién lo merece y quién no? ¿Quién debería simplemente resistir su castigo en silencio, y por qué? ¿Con qué fin les daré fin? Es decir, la venganza puede y suele ser incluso una buena razón para matar pero... ¿Realmente vale la pena matar por venganza? Veinte años han pasado y lo único que me ha mantenido con vida ha sido un deseo... El deseo de vengarme, pero no quiero matar sus cuerpos, eso liberaría sus almas... El dolor físico es sólo así de sencillo, físico, yo quiero matarles emocionalmente, tal y cómo ellos me mataron a mi.

 He estudiado por años, crímenes perfectos y a los más despiadados, violentos, bizarros y sangrientos asesinatos, hasta que por fin hallé la receta perfecta, el ritual ideal, los pasos a seguir para crear a un verdadero asesino serial, a alguien o algo casi omnipotente, un ser inmortal... ¿Por dónde empezar? Hay qué empezar por la razón para matar, ¿diversión? ¿Placer? ¿Venganza? ¿Cual es el motivo ideal? La respuesta es el primer paso, todos, hay que hacerlo al azar, sin un patrón correcto, sin una estructura fija. Esa es la estructura ideal. Mata por venganza, asesina por placer y diviértete, disfrútalo.

 El segundo paso, el estilo para matar nunca, pero nunca, debe ser el mismo, es cuestión de lógica simple, si te atreves a matar por venganza... ¿Por qué hacerlo lento? Eso te generará placer, entonces estarías matando por placer y no por venganza... Si matas por diversión, ¿por qué hacerlo rápido? Si lo haces así, sentirás cierto remordimiento contigo mismo, y no es nada agradable créeme, te lo digo por experiencia propia. Mira, en ese punto querrás vengarte de ti mismo, así qué en conclusión matar rápido y por diversión te hará querer vengarte de ti mismo al sentir qué no disfrutaste lo que hiciste... Matar por placer generará diversión en ti, generará ganas de más, generará un vicio... No hay un vicio más hermoso de satisfacer qué, aquel que te lleva a matar, ensuciarte las manos te hace sentir limpio. Es un sacrificio que vale la pena, shhhtt... Hay que mantener dormidos a los demonios y a los leones. ¿Entonces, qué aprendimos? Si vas a matar por venganza no pidas explicaciones, hazlo rápido, que no sepan que carajo les ha golpeado, créeme, te vas a sentir satisfecho. Si vas a matar por diversión pues entonces hazlo lento, disfruta el asesinato con tus propias manos, siéntelo, irónicamente vívelo... Y cuando decidas matar por placer... Debes reconocer qué para este punto serás un maldito vampiro necesitado y urgido por matar para así poder vivir. Matar debe ser tu vicio, aliméntate de eso, causa estragos psicológicos.

 El tercer paso es tan pero tan complejo como sencillo... Las víctimas, ellas no pueden ser cualquier persona, a menos claro que quieras qué tu carrera como asesino serial sea corta. Ya mis víctimas están marcadas, todo está decidido desde hace mucho tiempo... Que corran, qué se escondan... Tarde o temprano iré por ustedes. Debajo de mi cama está mi antiguo cuaderno de música, en él escribí tres listas, aquellos qué asesinaré por diversión, los qué mataré por placer y quienes serán los qué voy a ejecutar por venganza... Todos van a caer, o bueno, siendo sinceros, les haré caer... Matarlos será mi nueva música.

 El cuarto paso, lo último qué tus victimas verán debería ser tu rostro, córtatelo. Marca en tu cara tus cicatrices internas, lo qué te han hecho debe estar ahí, qué te miren y recuerden lo qué te hicieron... Pero... No puedes permitir que todos vean tus cicatrices internas reflejadas en tu exterior... Usa una máscara, cubre tu cara. No permitas qué se burlen de ti otra vez. No. No. No... Hay que cubrirse, hay que matarles, si.

 El quinto paso. Un buen asesino merece por las malas ser bautizado con un buen nombre, un nombre qué haga temblar a todo el que lo oiga, un nombre que haga correr a "la policía", un nombre que haga volar a los peces, un nombre qué atormente a los condenados apenas suene, un nombre tétrico, un nombre por el cual valga la pena taparse los oídos, yo tengo uno... Si... Mi nombre, es el resultado de la ciencia, del aprendizaje, de conocimiento, de la verdad... Es el resultado final de una cadena perpetua de depresión masiva, es la evolución de un jodido suicida. Yo sé qué me estás leyendo, y si, mi guerra es contigo, voy por ti, voy a matarte, te lo juro... Espérame, y no te molestes en ocultarte, porque sabes que voy a encontrarte. Tic-Tac, Tic-Tac. Tú y tu maldito complot. Tú y tus cómplices van a pagar caro todo lo qué me han hecho, pues te confieso qué voy a arrebatarles todo lo que amen. Debo admitir qué no puedo evitar sonreír, me siento en mi elemento, esto es lo correcto, para esto fue que fui concebido. Yo nací para matarlos. Esto es lo correcto, este es mi deseo, mi sueño... Y mi más grande confesión. Abra-Kadabra, voy a matarlos. Sonrío por una única razón, todo está fríamente calculado. "

 Nota encontrada debajo de mi almohada, una mañana después de una larga noche de copas.