24-03-2014
10:23 AM
- ¿A donde vas? — pregunto el Verdugo a una chica que venia bajando unas escaleras.
- A la cantina, tengo hambre y sed — le respondió la chica, regalándole además una tierna sonrisa.
- Ivana, Ivana, Ivana... ¿Escapada, cierto? — pregunto el Verdugo.
- ¿Que te pasa mijo? Yo entro a clases jajajajajajaja... — le respondió a el Verdugo, Ivana García.
- No es tanto que entres... Te escapas, y no deberías hacerlo con esa frecuencia — le dijo el Verdugo, un poco serio.
- Okey okey, sera la ultima vez... Ya... Lo prometo... A veces estresas... — dijo Ivana tratando de hacerle a un lado.
- ¿Ronielis y Jeniree, van contigo? — pregunto el Verdugo.
- Tranquilo vale, en serio, te pareces a Bustamante... — respondió Ivana en tono gracioso —. No pasa nada, yo no voy a hacer nada malo.
- De acuerdo, esta bien — dijo el Verdugo en respuesta.
- ¿Como te va con ya sabes quien? — pregunto Ivana.
- Sigue en lo suyo, con quien tu sabes... — respondió el Verdugo.
- ¿Sabes? Deberías repensarla... No vale la pena, ella no, además tu nunca has necesitado a alguien, o sea a ella no la necesitas — dijo Ivana colocándole a el Verdugo la mano en su hombro — . Háblame luego, ¿si? Ya me tengo que ir.
- Cuidate... — dijo el Verdugo mientras se despedía de Ivana quien le dedicaba una sonrisa.
El Verdugo
entro a el baño y se miro en el espejo, se miro fijamente a los
ojos, pensando y tal vez recordando atrocidades de su pasado. El
Verdugo empezó a temblar, apretaba con fuerza sus puños como si se
le fuera la vida en ello y tras varios minutos, los abrió, sintió
como varios hilillos de sangre corrían por sus dedos, una sonrisa
psicótica se dibujo en su boca y sin abrir los ojos, muy lleno de
furia exclamo aprovechando su soledad.
- ¡DIOS! ¡Si tu no me vas a mandar una cadena para sujetarme...! ¡Satán, envíame tu muchas llamas... Para hacer arder a mis amigos!
Una risa
maniática se oyó salir del baño durante esa mañana.
01-04-2014
06:11 PM
La Reina, el
Caballero y el Mago caminaban cerca de la entrada de Pozuelos,
provenían quizá de la casa de la tía de la Reina o de la casa de
el mejor amigo de el Caballero. El trío de miembros pertenecientes a
la Orden decidió hacer una breve parada en una cercana panadería,
tras haber comprado comida y bebida se sentaron en una mesa a charlar
un poco sobre su plan “perfecto”, sobre ellos y sobre aquello que
ahora llaman “La Orden”.
- ¿Como vamos? — pregunto el Caballero.
- Excelente... Todo va de acuerdo al plan... — respondió el Mago —. Estoy seguro de que las cosas van a funcionar, se que si.
- Si las cosas son así, entonces... ¡Vaya...! Es bueno saberlo — dijo el Caballero.
- ¿Saben? Estoy intrigado... Tengo una gran duda... — dijo el Mago —. ¿En que ayudara a la Orden eso de revelar nuestras identidades?
- Cierto... Tiene razón, ¿en que nos ayudara eso de decir quienes somos, su alteza? — pregunto el Caballero a la Reina.
- Bueno... Si las cosas salen como deberían salir, nuestras identidades van a valer mucho oro, no quiero darle a nadie el lujo de decir que sabe quienes somos y que luego le genere problemas a inocentes por eso... — respondió la Reina —. Además, yo quiero hacerme responsable de mis acciones, ¿ustedes no?
- Tiene sentido... Si que lo tiene — dijo el Caballero —. Pues supongo que si, ¿no?
- No tiene sentido — dijo el Mago en tono aburrido, la Reina y el Caballero le miraron fijamente, como esperando un largo y bien preparado discurso, pero no, los tres hicieron silencio.
- ¿Y bien? — pregunto la Reina, rompiendo el silencio tras varios minutos.
- ¿Y bien que? — respondió preguntando el Mago.
- ¿Porque no tiene sentido? — pregunto el Caballero.
- Es justo y necesario que nos hagamos responsables de nuestras acciones... — dijo el Mago —. También es cierto que nuestras identidades valdrán oro puro, pero no tiene sentido hacerlo así, yo no estoy necesitado de atención y si estoy en esto es por otras razones, razones que van mas allá de lo que he dicho antes... Tenemos que tener bien en claro cuales son nuestras intenciones, sin cambiarlas, sin dudar en ningún momento de nada ni de esto.
- Corrijo... Eso si tiene sentido — dijo el Caballero mientras señalaba a el Mago y bebía un trago de su gaseosa.
- ¿Que tienes en mente entonces? — pregunto la Reina.
- Parte de mi juego es ser descubierto, yo quiero que me descubran, no tendría nada de honor ni mucho menos gloria si soy yo quien se quita el antifaz — respondió el Mago, mientras bebía un sorbo de gaseosa.
- Es algo arriesgado... — dijo la Reina —. ¿Pretendes acaso que cuando me pregunten si soy "la Reina" en la calle, responda que si?
- No, pero en lugar de negar puedes colocarle otro camino, no podemos negar las cosas si son ciertas... — respondió el Mago —. Pero podemos usar un poco de psicología para meternos en sus cerebros y manejarlos como queramos, ¿te parece?
- Eso es buena idea, pero creo que quien manda aquí soy yo — dijo la Reina, muy bruscamente —. Si yo digo que al final vamos a decir quienes somos pues así sera, ¿te parece? ¿No? Pues realmente no me interesa... ¡ASÍ SERA!
La Reina y el
Mago se miraban directamente a los ojos, era intenso el choque de
miradas entre estos dos, el mismo Caballero podía sentirlo, era
tanta la magnitud del asunto que una posible separación en la Orden
era algo inminente.
- Cuanta tensión... — dijo el Caballero —. ¿Saben lo que es una orden?
- Una orden, es una sociedad religiosa cuyos miembros hacen el voto de seguir una regla — respondió inteligentemente el Mago.
- ¡EXACTO! — exclamo el Caballero —. En una orden debe haber mucha lealtad, además de eso, unión... Señores, tenemos que estar unidos y ser leales a nosotros mismos.
- El Caballero tiene razón — dijo la Reina mientras tomaba algo de gaseosa —. Unión y orden en la orden, además de eso LEALTAD PARA SU REINA.
- Jamas traicionaría a alguien, mucho menos desertaría... ¿Unión dices? Por mi no hay ningún problema, soy unido con ustedes — dijo el Mago —. ¿O no?
- ¡CALLENSE LA BOCA AMBOS! — exclamo el Caballero —. ¡Por dios... Búsquense un hotel!
La Reina y el
Mago se miraban entre ellos sorprendidos, el Caballero se puso de pie
y salio de la panadería, los humos en las miradas de la Reina y el
Mago bajaron totalmente, se miraban sorprendidos, tras segundos, la
Reina sonrió y bajo la mirada, el Mago le siguió, y luego le hablo.
- Creo que la Orden nos necesita, deberíamos dejar de lado lo personal, ¿no crees? — dijo en voz baja.
- Supongo que si — dijo la Reina mientras le sonreía —. ¿Sabes? He extrañado mucho al chico que antes conocí...
- Perdona, estuvo de viaje — dijo el Mago, sonriendo —. Pero ya ha vuelto, y no se va a ir dos veces.
- ¿No se volverá a ir? — pregunto la Reina —. ¿Lo prometes?
- Estoy seguro que si, no se volverá a ir, y si... — dijo el Mago en respuesta —. Lo prometería miles de veces y al cumplirlo, se que te lo volvería a prometer.
- Eres tu, siendo tu — dijo la Reina mientras le miraba tierna y delicadamente —. ¿Por la garrita?
- Por la garrita — respondió el Mago mientras entrelazaba su meñique con el de la Reina.
La Reina y el
Mago salieron de la panadería, el Caballero les esperaba afuera,
tras ver las sonrisas en los rostros de ambos simplemente sonrió de
igual manera y los tres emprendieron camino a casa de la Reina.
10-04-2014
03:45 PM
El Mago y el
Caballero paseaban por el populoso y conocido sector de Oropeza
Castillo, provenían de la casa de el Bufón, le habían visitado sin
decirle claro que eran miembros de la orden, le habían visitado como
amigos, lo que el Bufón nunca supo fue que estos en realidad fueron
a probarle.
- Podrá tener lindos ojos... Pero Mago...Amigo ese chaval no me convence — dijo el Caballero.
- Tal vez no inspira confianza, ni mucho menos la genere, pero es lo que tenemos hasta ahora — respondió el Mago —. Hay que admitir que existe una pequeña posibilidad de que haga bien su trabajo.
- Si... Es bueno con los chistes — dijo el Caballero.
- ¿Quienes mas viven por aquí? — pregunto el Mago.
- Ah, mucha gente, pero nadie mas en quien se pueda confiar — respondió el Caballero.
- ¿Como así? — pregunto el Mago, bastante sorprendido —. ¿Hablas por toda la gente de este enorme lugar?
- Es difícil de explicar — dijo el Caballero, en respuesta —. ¿Cuanto tiempo va a durar este juego?
- Lo necesario para poder completar todos nuestros planes — respondió el Mago.
- ¡Maldita sea! — clamo el Caballero —. En serio estamos bien dementes...
- Ni que lo digas — dijo el Mago en respuesta.
- ¿Sabes que deberíamos hacer? — pregunto el Caballero.
- ¿Que cosa? — respondió preguntando, el Mago.
- Contar esto — respondió el Caballero.
- ¿Como así? — pregunto el Mago, bastante confundido —. ¿Que vamos a contar?
- Ya sabes... Esto... — decía el Caballero —. De como la Orden se formo, que quede como una huella, supongo que seria nuestra oportunidad de convertirnos en leyendas, ¿no?
- Si... Tal vez tengas razón — respondió el Mago, mientras se sentaba en alguna banca.
- ¿Tal vez? Amigo, la tengo... — dijo el Caballero —. ¿Acaso no crees que este plan perfecto sea una historia digna de contar? Yo creo que si, que todos sepan que en la farándula si hay gente con cerebro.
- Tienes razón — respondió el Mago, mientras veía a el Caballero encender un cigarrillo —. Esta claro que esto que haremos es algo que no tiene ética, pero podría ser algo que jamas sera olvidado.
- En efecto Maguito — dijo el Caballero —. Este plan es algo que merece ser contando, aunque parezca una estupidez es algo realmente grande.
- No es la historia Caballero... Ni la leyenda... — dijo el Mago —. Sino como la cuentas.
- No debe ser contada desde nuestra perspectiva — dijo el Caballero —. Sino desde afuera.
El Caballero
miro a el Mago, le ofreció un cigarrillo y ambos continuaron su
animada conversación mientras fumaban, para el Caballero que alguien
contara esta historia era algo importante, eso le parecía muy
importante.
20-04-2014
06:59 PM
- Suba al segundo piso, venga al primer local del ultimo pasillo — decía el Mago.
- De acuerdo, estoy cerca — le respondía una voz femenina.
Según
parecía, la chica hablaba por teléfono con el Mago, quien le guiaba
a través de los pasillos del Centro Comercial “La Gracia de dios”,
la chica llego al lugar que le indicaban, era un local vacío y sin
nada, era solo un espacio vacío.
- ¿Llego al punto de encuentro, señorita Bruja? — pregunto el Mago.
- Así es señor Mago — respondió la Bruja —. Es un local vacío, como me lo indico.
- Bien señorita Bruja, ahora entre al local y baje cuidadosamente aquello que llaman “santamaría”... — dijo el Mago, en tono serio.
La Bruja entro
al local vacío y se autoencerro en el, bajando la santamaría. Luego
se sentó en el suelo, dándole la espalda a esta. Por el otro lado,
el Mago hizo lo mismo, se sentó en el suelo, recostando su espalda
de la santamaría. Ambos quedaron espalda con espalda, podrían oírse
pero no mirarse, pues les separaba la póliza de seguro de protección
del local.
- ¿En que le puedo ayudar señorita Bruja? — pregunto el Mago tras finalizar la llamada telefónica.
- Solo quiero saber una cosa señor Mago... — respondía la Bruja —. Si parte del trabajo es ser descubierto, ¿que garantía tengo de que no seré malograda aunque lo merezca?
- Toda fortaleza es custodiada por un dragón señorita, señorita Bruja... — respondió el Mago —. No se preocupe por eso, nuestro Dragón es un ser bastante imponente.
- ¿Le confiaría su vida a el, señor Mago? — pregunto la Bruja.
- Ya se la he confiado señorita Bruja, al igual que la de todos los miembros de la Orden — respondió el Mago.
- ¿Cree que su Dragón necesite algo de ayuda? — pregunto la Bruja.
- Lo dudo, en realidad no lo creo... Pero seguro que la sabrá apreciar — dijo el Mago en respuesta —. ¿Que tiene en mente, señorita Bruja?
- Esbirros señor Mago... Esbirros... — respondió la Bruja —. Supe que la Orden acogió un poco de ayuda... Los Vasallos del Verdugo, ¿no me equivoco?
- No se equivoca señorita Bruja — respondió el Mago.
- Bueno señor Mago, mis Esbirros están dispuestos a colaborar con la protección de nuestra integridad, independientemente de quienes seamos — dijo la Bruja.
- Bueno señorita Bruja, sus Esbirros serán bienvenidos en la Orden, pero antes... — decía el Mago —. Me gustaría antes asegurarme de que no vayan a traicionarnos.
- Por eso no se preocupe señor Mago... — decía la Bruja —. Confió y creo en mis Esbirros, me han salvado en incontables ocasiones. Ellos van con todo, al igual que su Dragón, al igual que nosotros, al igual que la Orden.
- Entonces que no se diga mas... — dijo el Mago —. ¡Bienvenidos sean los Esbirros de la Bruja a la Orden!
- Señor Mago... — dijo la Bruja —. ¿Nos conocemos?
- Supongo que ahora si, señorita Bruja... — respondió el Mago.
- Todo esto señor Mago... Es increíble... — decía la Bruja — . Le agradezco por darme la oportunidad de pertenecer a algo así.
- No lo agradezca señorita Bruja — dijo el Mago en respuesta —. Se avecina algo realmente grande, espero contar con usted.
- ¿Que tan grande, señor Mago? — pregunto la Bruja.
- Grande, muy grande... Es mi idea definitiva, el gran golpe con el cual la Orden acabara este juego — respondió el Mago —. Sera nuestra firma definitiva... Las razones para existir de la Orden para mi, van mas allá de ser solo una pagina de farándula, de venganza, de diversión, de cambio, de enseñanza... Se que pensé como un niño inmaduro cuando tome esta idea como mi visión para la Orden... Pero la vida es solo una, señorita Bruja... Y yo quiero hacer eso realidad...
- Vaya... Entiendo señor Mago... Usted esta aquí para mas que proteger la pagina y hacer cumplir las visiones de los miembros de la Orden — decía la Bruja —. ¿O me equivoco?
- Esta en lo cierto señorita Bruja... Mi tarea final con la Orden es algo realmente grande, de una enorme magnitud, se muy bien que es una completa locura o tal vez no lo sea.... ¿Quien sabe? Podría funcionar, y si funciona estoy mas que seguro que nadie nos va a olvidar — dijo el Mago.
- ¿Tengo idea alguna sobre eso, señor Mago? — pregunto la Bruja.
- Lo dudo señorita Bruja, pero antes de que esto acabe, lo sabrá, todos lo sabrán... — dijo el Mago, en respuesta.
- Al menos me dará una pista, de eso estoy segura — dijo la Bruja —. ¿O me equivoco?
- No se equivoca señorita Bruja — respondió el Mago —. ¿Conoce usted el antiguo lema del afamado Equipo Rocket?
- ¿Equipo Rocket? ¿Habla de Pokemon, señor Mago? — respondió preguntando la Bruja, dejando escapar un tono gracioso en su voz.
- “Prepárense para los problemas... Y mas vale que teman... Para proteger al mundo de la devastación... Para unir a los pueblos dentro de nuestra nación... Para denunciar los males de la verdad y el amor... Para extender nuestro reino hasta las estrellas...” — rezo el Mago —. Podemos volver posible lo imposible si hacemos creíble lo increíble.
- Si es lo que estoy pensando... Permitame preguntarle señor Mago... — decía la Bruja —. ¿Tiene fe en los farandis?
- Admiro su capacidad para captar las indirectas señorita Bruja, y la respuesta es si, tengo fe en todos ellos — respondió el Mago.
- La fe no es nada señor Mago — dijo la Bruja —. Necesitara mucho mas que fe para llevar a cabo eso.
- La fe mueve montañas señorita Bruja, ¿cree en la magia? — pregunto el Mago —. Yo creo que la magia existe, las personas necesitan saber que la magia es mas real de lo que les hicieron creer. La magia señorita Bruja es el único poder primitivo y arcaico capaz de permitirnos llevar a cabo grandes cosas. Un milagro señorita Bruja, es llevado a cabo gracias a la magia, la magia de la fuerza de voluntad y la fe en que ese milagro sera completado... Los mejores magos señorita Bruja saben eso, los grandes trucos necesitan pequeñas porciones de magia.
La Bruja no
dijo nada, solo se quedo firme, perpleja, pensativa y sorprendida,
por las palabras de el Mago. La Bruja estaba realmente sorprendida,
no podía creer en la manera que el Mago usaba su cerebro para pensar
uniéndolo a su corazón, su pensar era muy diferente al de todos los
chicos que ella había conocido en toda su vida, sus palabras habían
dado un jaque mate en el cerebro de esta. Aunque ella no sabia quien
era el Mago, este se había ganado el respeto y la admiración
absoluto de esta, lo cuidadoso que fue al planear el juego, la
perfecta manera en la que iba a ejecutar todo era realmente
sorprendente para ella, todas las precauciones que tomo para reunirse
con ella, simplemente TODO aquello que tenia algo que ver con el
Mago se había ganado la admiración y el respeto de la Bruja.
- Póngase de pie señorita Bruja, cierre sus ojos y cuente hasta veinte... Luego se va... —dijo el Mago, poniendo fin a la reunión.
Cuando la
Bruja empezó a contar, el Mago subió la santamaría y luego se fue.
27-04-2014
07:37 PM
La Reina y el
Mago se encontraban en la casa de la Reina, charlaban a diestra, como
en los viejos tiempos.
- Tenemos que tomarnos en serio esto, meternos de lleno en nuestros papeles medievales es esencial — decía el Mago.
- Eso lo se maguito, si no nos metemos de lleno en nuestros papeles medievales esto no tendría sentido alguno — dijo la Reina, en respuesta.
- ¡Exacto! — exclamo el Mago —. Tómame a mi como ejemplo, los Magos cuentan con amuletos mágicos, eso no es secreto y yo pues, llevo mi pulsera.
- ¿Y que clase de magia contiene, Mago? — pregunto la Reina, graciosa .
- La magia... Del amor — respondió el Mago.
Ambos se
miraron sonrientes, la Reina ladeo su cabeza de un lado a otro. Luego
se acerco a el Mago y tomo su mano.
- Tómame a mi como ejemplo... Mago... — dijo en voz baja y delicada —. Las Reinas llevan coronas, eso para nadie es un secreto, por eso yo ya me puse la mía...
La Reina
coloco la mano de el Mago en su vientre y lentamente lo fue guiando a
su entrepierna. El Mago la miraba directamente a los ojos, su corazón
latía a mil por minuto y quizás hasta mas. La Reina soltó el botón
de su pantalón y lo dejo caer, luego deslizo suavemente su ropa
interior, dejando al descubierto su sexo y un pequeño, pero sexy y
provocativo tatuaje, basado en una corona muy cerca de este. La Reina
uso la mano de el Mago para rozar varias veces dicho tatuaje...
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