sábado, 24 de octubre de 2015

Platónica

 No te amo, pero estoy malditamente enamorado de ti... Eres tan distante y tan cercana que desconozco si sabes que vivo, aunque sé que tu comprendes lo importante que eres para mi. Maldita mujer, eres mía aunque no estés conmigo. Eso lo sabes, platónica.

 Querida platónica, hoy soñé contigo un par de veces y decidí descargar mi adrenalina pensando en ti. Salté desde tres vacíos y caminé en llamas sólo para darme cuenta de que no puedo evitar pensar en ti. Te veo en donde quiera que vaya, te miro desde donde se pueda mirar y te observo cada vez que quiero, he aprendido a controlar muy bien mis impulsos, créeme que de no ser así... Maldita mujer, desde hace tiempo fueras mía.

 Yo pienso en ti al despertarme, al dormirme y al soñar, ¿será que puedes tener la amabilidad de salirte de mi mente durante un par de minutos platónica? Ya olvidé lo que se siente vivir sin estar pensando en alguien y tú tienes toda la culpa, por dejar que me obsesionara contigo y te juro, que al día son más las obsesiones por ti que los segundos por hora que respiro, estoy consciente de que tú sólo eres platónica, de que puedes tenerme cuando quieras aunque yo a ti no, pero créeme cuando te digo que el caos, mil desastres y millones de Apocalipsis son contigo en mis pensamientos. Maldita mujer tú eres mía. 

 Te anhelo, platónica, invades cada uno de mis pensamientos llenándolos de maliciosa obsesión que inevitablemente no puedo controlar... Ojalá algún día pierdas el control de la razón, sólo así comprenderás la obsesión que tengo contigo. Maldita mujer, cada vez me enloqueces más y no puedo controlar esa falta de cordura. 

 Incontenible eres en belleza, y por eso no hago más que mirarte en cada cielo, leerte en cada pared y tocarte en cada gota de agua. Demonios platónica, estoy completamente loco por ti, es como si estuvieras dibujada en cada una de mis dos pupilas, como si tu perfume hubiese sido rociado en mi nariz, como si el eco de tu voz estuviese resonando en los confines de mis oídos, como si tu delicioso y dulce sabor me estuviera comiendo la lengua y es... Es imposible platónica, no puedo pasar más de un segundo sin pensar en ti. Si la enfermedad es locura, estoy enfermo por ti, porque mi locura se basa en la obsesión que tengo por hacerte mía. Maldita sea platónica, TENGO QUE HACERTE MÍA. 

 Te conozco mejor que tú, tú has vivido, yo te he vivido. Me siento ansioso por hacerte un par de chupones, por explorar con mi lengua cada centímetro de tu piel y quiero ser el dueño de los labios que te besen cada vez que quieran hacerlo así como también muero por ser quién sin remordimiento de conciencia te golpee el vientre de una manera sutil y natural. Eres perfecta incluso cuando me das la espalda. 

 Esta obsesión no puede tener final, quiero que me encantes hasta encantarte, maldita sea platónica, tú me estás volviendo loco... Me estoy enloqueciendo, no puedo evitarlo, aquí te miro platónica, aquí te siento platónica, aquí te tengo platónica... Maldita mujer, algún día dejarás de ser tan platónica para mi como yo un desconocido para ti.

  

 

viernes, 23 de octubre de 2015

Una primera y última pieza

 Luces bajas, listo...
 Velas encendidas, listo...
 Un par de copas de champagne en nuestras cabezas y así empezó a sonar nuestra primera y última pieza... 

 Aquí te tomo por las caderas, ligeramente te abrazo y te beso sin dudarlo un par de veces. Tú me encantas, no hay nada más claro en el mundo que eso. Me encanta tu sexy movimiento de caderas, me fascina como danzas lentamente cuando la música suena y en la oscuridad nos tocamos sin cesár. Me pego a tu cuello y respiro tu fragancia, inevitablemente siento una cálida excitación por la fascinación de la impregnación de tu esencia en mis fosas nasales.

 Tienes una perfección que desde siempre me ha encantado, nunca me pareciste defectuosa, y eso se debe a que tus defectos eran míos, tú me perteneces. Eres mía en cada uno de tus sentidos y aspectos a la vez. 

 Llórame, víveme, cómeme, respírame, bébeme, tócame, abrázame, siénteme, ámame... Has lo que quieras, pero nunca dejes de bailarme en nuestra primera y última pieza.

 Aquí te miro, tan sólo me sonríes y me dedicas cada uno de los gemidos que liberas con cada una de mis danzadas, siempre se me hizo complicado aprender a bailar, pero si que rápidamente aprendí a moverme muy bien dentro de ti. Me encanta la cálida y dulce manera en que me abrazas con timidez. 

 Eres mi pista de baile personal, contigo aprendí a sentir la música más que ha oírla. Llevo pistas plasmadas en cada centímetro de mi piel gracias a que bailaste tan pegada a mi que las notas de cada canción me han impregnado por completo. 

 Aquí sonreímos, ninguno de los dos se puede creer que he sido el primer chico en el mundo que ha aprendido a bailar contigo cada canción danzable en el mundo. 

 Te miro con sueño, estás agotada y yo también, me dedicas una tierna mirada que deja entrever lindas emociones en todo su esplendor, te dedico una mirada que eriza tu piel, gritando "Te amo" en su brillo lozano. 

 Te sonrío con emoción, pues la felicidad que desprendes de tu sonrisa me contagia, ahí aprendo a amarte otra vez. 

 Estoy muriendo por enfermarme, quiero que danzes para mi nuevamente, quiero que me bailes y que cada segundo en el infinito se detenga con una sola canción.

 ¿Cómo se supone que voy a olvidarte sin música? La música me recuerda a ti, pues aprendimos a amarnos en una primera y última pieza bailando cada canción que sonaba en el mundo.