sábado, 24 de octubre de 2015

Platónica

 No te amo, pero estoy malditamente enamorado de ti... Eres tan distante y tan cercana que desconozco si sabes que vivo, aunque sé que tu comprendes lo importante que eres para mi. Maldita mujer, eres mía aunque no estés conmigo. Eso lo sabes, platónica.

 Querida platónica, hoy soñé contigo un par de veces y decidí descargar mi adrenalina pensando en ti. Salté desde tres vacíos y caminé en llamas sólo para darme cuenta de que no puedo evitar pensar en ti. Te veo en donde quiera que vaya, te miro desde donde se pueda mirar y te observo cada vez que quiero, he aprendido a controlar muy bien mis impulsos, créeme que de no ser así... Maldita mujer, desde hace tiempo fueras mía.

 Yo pienso en ti al despertarme, al dormirme y al soñar, ¿será que puedes tener la amabilidad de salirte de mi mente durante un par de minutos platónica? Ya olvidé lo que se siente vivir sin estar pensando en alguien y tú tienes toda la culpa, por dejar que me obsesionara contigo y te juro, que al día son más las obsesiones por ti que los segundos por hora que respiro, estoy consciente de que tú sólo eres platónica, de que puedes tenerme cuando quieras aunque yo a ti no, pero créeme cuando te digo que el caos, mil desastres y millones de Apocalipsis son contigo en mis pensamientos. Maldita mujer tú eres mía. 

 Te anhelo, platónica, invades cada uno de mis pensamientos llenándolos de maliciosa obsesión que inevitablemente no puedo controlar... Ojalá algún día pierdas el control de la razón, sólo así comprenderás la obsesión que tengo contigo. Maldita mujer, cada vez me enloqueces más y no puedo controlar esa falta de cordura. 

 Incontenible eres en belleza, y por eso no hago más que mirarte en cada cielo, leerte en cada pared y tocarte en cada gota de agua. Demonios platónica, estoy completamente loco por ti, es como si estuvieras dibujada en cada una de mis dos pupilas, como si tu perfume hubiese sido rociado en mi nariz, como si el eco de tu voz estuviese resonando en los confines de mis oídos, como si tu delicioso y dulce sabor me estuviera comiendo la lengua y es... Es imposible platónica, no puedo pasar más de un segundo sin pensar en ti. Si la enfermedad es locura, estoy enfermo por ti, porque mi locura se basa en la obsesión que tengo por hacerte mía. Maldita sea platónica, TENGO QUE HACERTE MÍA. 

 Te conozco mejor que tú, tú has vivido, yo te he vivido. Me siento ansioso por hacerte un par de chupones, por explorar con mi lengua cada centímetro de tu piel y quiero ser el dueño de los labios que te besen cada vez que quieran hacerlo así como también muero por ser quién sin remordimiento de conciencia te golpee el vientre de una manera sutil y natural. Eres perfecta incluso cuando me das la espalda. 

 Esta obsesión no puede tener final, quiero que me encantes hasta encantarte, maldita sea platónica, tú me estás volviendo loco... Me estoy enloqueciendo, no puedo evitarlo, aquí te miro platónica, aquí te siento platónica, aquí te tengo platónica... Maldita mujer, algún día dejarás de ser tan platónica para mi como yo un desconocido para ti.

  

 

viernes, 23 de octubre de 2015

Una primera y última pieza

 Luces bajas, listo...
 Velas encendidas, listo...
 Un par de copas de champagne en nuestras cabezas y así empezó a sonar nuestra primera y última pieza... 

 Aquí te tomo por las caderas, ligeramente te abrazo y te beso sin dudarlo un par de veces. Tú me encantas, no hay nada más claro en el mundo que eso. Me encanta tu sexy movimiento de caderas, me fascina como danzas lentamente cuando la música suena y en la oscuridad nos tocamos sin cesár. Me pego a tu cuello y respiro tu fragancia, inevitablemente siento una cálida excitación por la fascinación de la impregnación de tu esencia en mis fosas nasales.

 Tienes una perfección que desde siempre me ha encantado, nunca me pareciste defectuosa, y eso se debe a que tus defectos eran míos, tú me perteneces. Eres mía en cada uno de tus sentidos y aspectos a la vez. 

 Llórame, víveme, cómeme, respírame, bébeme, tócame, abrázame, siénteme, ámame... Has lo que quieras, pero nunca dejes de bailarme en nuestra primera y última pieza.

 Aquí te miro, tan sólo me sonríes y me dedicas cada uno de los gemidos que liberas con cada una de mis danzadas, siempre se me hizo complicado aprender a bailar, pero si que rápidamente aprendí a moverme muy bien dentro de ti. Me encanta la cálida y dulce manera en que me abrazas con timidez. 

 Eres mi pista de baile personal, contigo aprendí a sentir la música más que ha oírla. Llevo pistas plasmadas en cada centímetro de mi piel gracias a que bailaste tan pegada a mi que las notas de cada canción me han impregnado por completo. 

 Aquí sonreímos, ninguno de los dos se puede creer que he sido el primer chico en el mundo que ha aprendido a bailar contigo cada canción danzable en el mundo. 

 Te miro con sueño, estás agotada y yo también, me dedicas una tierna mirada que deja entrever lindas emociones en todo su esplendor, te dedico una mirada que eriza tu piel, gritando "Te amo" en su brillo lozano. 

 Te sonrío con emoción, pues la felicidad que desprendes de tu sonrisa me contagia, ahí aprendo a amarte otra vez. 

 Estoy muriendo por enfermarme, quiero que danzes para mi nuevamente, quiero que me bailes y que cada segundo en el infinito se detenga con una sola canción.

 ¿Cómo se supone que voy a olvidarte sin música? La música me recuerda a ti, pues aprendimos a amarnos en una primera y última pieza bailando cada canción que sonaba en el mundo. 

lunes, 15 de junio de 2015

Me gustas - Con William Porrello

 Me gustas, y es algo inevitable, no pude evitarlo, no puedo evitarlo pues constantemente me gustas más. Quizá estoy yendo demasiado rápido, quizá no, pero tengo que confesarte que me nace amarte y que quiero pasar cada día que me reste de vida contigo. Aún no puedo encontrar otra razón para enamorarme de ti que no sea tu perfección, has ilusionado a todos y cada uno de mis sueños, pues todos me hablan de ti. 


 Mi corazón late con un tierno y delicado ritmo cuando cerca de mi tú estás, y no puedo conseguirle un ritmo normal porque pierdo el control de mis emociones por completo cuando estoy contigo. Me encantas, y cada cosa en ti hace que me encantes cada vez más y más. Partes y reconstruyes mi firmeza con una poderosa facilidad que parece magia, no puedo evitarlo, puede que quizá sea el ser más frío del planeta, pero tú me derrites y me brindas ese calor tan único que solamente una persona especial puede hacerte sentir. 


 Sin ti no era otra cosa que un barco a la deriva, pero ahora sé que eres el océano en el cual quiero perderme, quiero que seas el abismo al cual caiga o el único cielo que pueda volar, quiero que seas el espacio en mis vacíos. 


 Quiero que seas el sonido de las cuerdas de mi guitarra, que van con el ritmo de la percusión de mi corazón, quiero verte cada mañana al despertar, y que seas esa luz incandescente que ilumine mis días. Quiero probar el néctar que emana de tus labios, ser el cuidador de aquella delicada flor veraniega que danza con el viento y perfuma los campos con su dulce aroma.


  Me gustas, y lo sabes, sabes que para mi lo eres todo, la musa de mis poesías y canciones, la única que sin pelear venció al cerbero que protegía mi corazón, eres una chica peculiar, y aunque no lo sabes, tienes el poder de, con un dedo, derrumbar mi mundo entero y con un soplo reconstruirlo, lo que siento por ti sólo puede ser descrito con una palabra, "Amor", eso es lo que dicta mi corazón.


  Me quiebra en mil pedazos verte llorar, pero como me gusta transformar esas lágrimas en una bella sonrisa como la tuya, mi mente explota solo con el mínimo roce de tus labios en cualquier parte de mi cuerpo, me gustaría ser el guardián y protagonista de todos tus sueños de amor, ser el verdugo de tus miedos y portador de la llave que abre la cerradura de tú corazón.


 Pues si, me gustas mucho, y está el quizá de que esto tal vez te genere confusión, pero me gustas. Creo que eres mucho más que la vida que quiero vivir, e incluso si fueras la muerte mil veces cometería suicidio. Lo eres todo, por eso no quiero nada, lo quiero todo, y como tú eres todo pues sencillamente te quiero a ti. 


 Aquí estoy, escribiendo e imaginándome tú sonrisa, tú manera de ser, tú mirada e incluso tú forma de ser tan delicada que sencillamente me convierte en pedacitos de una manera tierna. Desconozco lo que sientes por mi, ojalá me estés correspondiendo... 


 Pequeño ángel, yo ya no puedo evitar que seas la nube que me nubla los sentidos. No puedo evitar sentirme ansioso por estar contigo cada día que siento transcurrir lentamente, te necesito aquí, para poder recuperar el aliento que me haces perder cada vez que te pienso.


 Ojalá pudiera decirte todo esto mirándote fijamente a los ojos, para que vieras en mi lo que siento por ti, para que te vieras reflejada en mi mirada y para qué comprendieras que cuando digo que me gustas, lo digo porque acepto que te veo en todos lados. 


 Si la perfección y la felicidad nos rodean como amigos, como amantes ha de ser un tanto más hermoso... "Amantes", porque por ti sería capaz de vivir la vida basándome en el amor, en tú amor, si estás dispuesta a lo mismo claro, o a que yo lo haga. Me tienes lleno de un grande e intenso amor que amenaza con explotar cada vez que te miro. 


 No sé si lo sabes pero me tienes loco, de ti me voy enamorando de una manera brutal, estoy siendo víctima de tus hechizos, cayendo en tu juego, un juego del que no quiero salir, quiero seguir jugándote, más no estoy dispuesto a jugar contigo, simplemente resumo todo en tres palabras, "Tú me gustas".


 Quiero decirte una cosa, aquí te quiero, conmigo y para mi. Quiero que seas el resto de los momentos lindos y bonitos que me quedan por vivir, y no está en discusión.



 Agradecimientos a mi colega y gran amigo William Valentino Porrello Martínez por su colaboración en lo leído, gran escritor, también merece ser leído.



 


 

 

domingo, 14 de junio de 2015

Quiero que sepas

 Quiero que sepas que lo que pasó entre tú y yo fue sentimentalmente consentido. No hubo errores, fue perfecto, no los hay ahora y no los habrá en un muy lejano después... Eres maravillosamente perfecta, congelaste cada uno de mis sentidos con tu tierna y angelical mirada, no puede haber remordimiento pues no merecemos ser castigados.

 Quiero que sepas que me encantó adueñarme de ti, de tú alma y de tú cuerpo.

 Quiero que sepas que fue hermoso sentirme el rey del mundo, mi mundo, tú.

 Quiero que sepas que se quién eres, y que sabes quién soy, por lo cual conoces los sentimientos que se esconden detrás de cada una de estas palabras, sólo quiero que lo sepas.

 Quiero que sepas que voy a pensarte durante todos estos días, quizá durante las siguientes semanas, tal vez en los meses que vienen, incluso es posible que lo haga en los años venideros, el tiempo es incierto, lo único que si es seguro es qué voy a pensarte.

 Quiero que sepas que no eres esa simple parte faltante que me complementa, pues tú me llenas... Le das luz a cada rincón oscuro que yace en mi, y quiero que sepas que conocerte fue amarte, y te amo porque te conozco mejor que nadie, sólo quiero que lo sepas.

¿Por qué torturarnos? Sé que te sientes mal, créeme, yo también... Pero me olvido de sentirme mal cada vez que pienso en ti, me haces sentir de la mejor manera que pueda sentirme. Decidí que a pesar de perdonar debo dejar el pasado atrás, y qué voy a dedicarme a mirarte como mi nuevo camino, aunque quizá no pueda tomarte, aún... De eso se trata, sólo quiero que lo sepas.

 Quiero que sepas qué, se que es una locura amarte y sé que es una locura pensar en ti, sé que añorar ver brillar tus pupilas y continuar probando tus labios es un poco de locos... Pero ya estoy loco por ti, y quiero que lo sepas.

 Quiero que sepas que no te estoy entregando mi maltrecho corazón, ni estoy intentando domar a ese salvaje tuyo, pues ya eres mía aunque no estés conmigo. Para mi no eres un ave que surca mi cielo, ni un fugaz avión, menos un ángel o una inamovible estrella... Eres una nube enorme, la más enorme de todas... Vas cambiando de forma constantemente, incluso me llueves, pero cada gota tuya que derramas sobre mi, recompensa lo que siento.

 Quiero que sepas que me encantan tus encantos y qué eres dueña de todo lo que me encanta.

 ¿Qué hace la cordura cuando choca con la locura? Seré directo. ¿Qué hace un hombre como yo cuando se topa con una chica como tú?

 Quiero que sepas que no puedo mirar a las estrellas sin recordarte, sin pensar en ti, sin creer que ese brillo no es para nada comparable con tu sonrisa, o con el brillo en mi mirada cuando te veo o pienso en ti.

 Quiero que sepas que el único error ha sido ocultar lo que siento, que tú reniegues, saber que mentíamos y en un quizá arrepentirnos de ello. Es increíble el cómo fue que me llegaste a gustar, fue como pedirle un deseo a alguna estrella fugaz.

 Quiero que sepas que aquí hay un chico que te ama de verdad, qué cada uno de sus temores desaparecen cuando estás tú a su lado, qué cada uno de sus sentimientos, de sus frases, de sus palabras, de sus versos, de sus poemas y de sus escritos, han sido desviados en cuanto inspiración, hacia ti.

 Quiero que sepas que este número es mayor que el infinito, que por increíble que parezca, eres tú lo mejor que me ha pasado, hay tanta perfección en ti, que no encuentro una explicación realmente lógica para hacerte entender que es muy perfecto lo que siento por ti.

 Quiero que sepas que hoy voy a fumarme un cigarrillo por cada beso que planeo darte, por cada suspiro que planeo robarte y por cada vez que tengo buenas intenciones al mirarte, sabiendo que al terminar el día voy a morir con cáncer de pulmón. Eres lo mejor que me ha pasado, sólo quiero que lo sepas, que lo tengas claro y no dudes de ello.

 Quiero que sepas que no voy a lastimarte, que no me nace herirte, que quiero cuidarte, que no hay nada que pueda detenerme ahora.

 Quiero que sepas que tengo mis ojos y mi fe ciega puesta en ti. Está el quizá de que tú no creas en mi, pero planeo demostrarte que es un quizá erróneo. Me haces sonreír como hacía mucho no sonreía, sólo quiero que lo sepas. Espero que entiendas que ya he cruzado un mar, y que planeo cruzar los otros seis por ti.

 Quiero que sepas que me haces sentir como un dios por encima del resto, ninguna como tú, y eso quiero que lo sepas y que lo entiendas a la perfección. Ya no hay vuelta a atrás, ya nada puede ser tapado, callado, esta es una historia que ya está escrita, y no te molestes en leer el guión, por favor, yo voy a leerlo por los dos.

 Quiero que sepas que no existe nada que haga girar de nuevo a mi mundo, pues tú lo has detenido, has dejado en jaque todos mis sentidos, santo cielo, eres maravillosa, y podría pasar el resto de mi vida describiéndote, escribiéndote o amándote, y para todo necesitaría reencarnar millones de veces pues me faltaría mucho tiempo, y al final no me arrepentiría, si se trata de ti valdrá la pena.

 Quiero que sepas que eres el detalle más importante en mi vida, pues tienes el hermoso y maravilloso don de influir incluso en lo más mínimo y poco importante. Te has robado mi atención, y es algo que quiero que sepas.


 "A mis Ángeles, porque más que enseñarme a llegar al cielo y tocarlo, me permitieron volar con ellos..."

lunes, 20 de abril de 2015

Querida Roxanne.

     01/05/2015

     Puerto la Cruz, Anzoátegui-Venezuela.


 Querida Roxanne Coraline Mathers Malvis, he dedicado gran parte de mi extremadamente poco valioso tiempo a pensarte. No extrañarte se me ha hecho imposible, voy a confesarlo, te extraño. Hay cosas que aún me cuesta aceptar, como el haberte perdido aprendiendo tarde a valorarte. No tengo una buena excusa para justificar mis patéticamente absurdas acciones, tampoco la tengo para escribirte. Pero acepto qué, te amo sin quererte, pues no te quiero conmigo... Haberte alejado de mi, me entregó doce razones para continuar, cielo, ¿acaso no es obvio? Adelante, cuenta conmigo, levanta el dedo índice de tu mano derecha y sonríe, ahí está la primera razón, al fin puedes sonreír por tonterías. Levanta el dedo medio de tu mano derecha, ahora cierra los ojos y pide un deseo... El que sea... ¿Ya? ¿Lo ves? Cielo, ya no tienes miedo de salir lastimada, al fin puedes creer en cualquier cosa. Levanta el dedo meñique de tu mano derecha, ¿lo notaste? Ahora eres acreedora de esperanza, tienes la esperanza de qué, cada cosa será mejor, y mejorará; y lo hará cielo, lo hará... Ahora levanta el anular, de la misma mano, claro, respóndete una cosa... ¿Amas? Querida Roxanne, cielo, te amas a ti y eso es suficiente para mi.... Levanta el pulgar y coloca tus manos en tu pecho, ¿alguna vez creíste en mi? Dulce Roxanne, ahora lo haces, crees qué lo que estoy sintiendo ahora es tan puro qué ha sido capaz de limpiar los errores de ambos en el pasado. Levanta el pulgar de tu mano izquierda ahora, respira, ¿lo ves? Tu aire ahora es más puro sin mi olor. Levanta el dedo índice, ahora piensame durante un par de minutos, ¿puedes notarlo, cielo? Ya no puedo lastimarte, al olvidarme hiciste que yo olvidara como lastimarte, gracias... Muchas gracias... Levanta el dedo medio ahora, cielo, cierra los ojos, mantente en silencio durante un par de minutos... ¿Puedes oírla? En el viento está escrita la mejor de mis poesías, y es únicamente para ti, escúchala cada vez qué lo necesites, su musa es infinita... Dale paso al anular, he sido anulado, ya no necesitas necesitarme, lo cual es maravilloso, cielo, estoy tan feliz de que tú, al fin hayas logrado aceptar que soy tan sólo una pequeña parte de tu pasado. Ya falta poco, honey, levanta el meñique de tu izquierda, vamos por la diez y puedo notar, cielo, qué eres tan feliz, pero tan feliz, qué dudo que conozcas ahora lo que es estar triste. Ahora baja los deditos y vuelve a levantar pero tan sólo, el dedo índice de tu mano derecha, cielo, tengo musa, al fin tengo musa... Levanta el índice, de tu mano izquierda ahora para terminar, ¿sabes de casualidad cielo, por qué la mayoría de mis razones para continuar se basaron en ti, y sólo en ti? Porque ese es el detalle cariño, se trata de ti. Querida Roxanne, cielo, yo soy feliz sólo si tú lo eres. Quisiera hacerte saber qué nunca dejaré de escribir historias qué imagino son contigo, eres la protagonista de mi vida.

 Querida Roxanne, te extraño. Cielo, hay cosas que ningún hombre sabe ocultar, tal y como lo es, el hecho de estar enamorado, de cuando en cuando intento creer que no te amo, pero siempre me doy cuenta al final, de que estoy, muy, pero muy... Enamorado de ti. ¿Sabes acaso, cual es la diferencia entre amarte y dejar de amarte? No la hay, ¿sabes por qué? Porque amarte es tan fácil como dejar de hacerlo y dejar de amarte tan difícil como hacerlo, admito qué mi literatura en ocasiones suele ser contradictoria, al igual qué lo que siento por ti, en momentos te olvido, en otros te pienso, a veces te imagino, pero claro, ¿sabías que siempre te estoy extrañando? Es algo curioso, demasiado en realidad. Estoy consciente cielo, de qué, escribir por ti, para ti o hacia ti, es un error, pero te confieso que este es el error más hermoso qué cometo a menudo. No me lees, lo sé, y eso me da el valor necesario para actuar, ¿ya lo ves? Es cómo esa ave majestuosa qué emprende su vuelo elegante en el amplio y enorme cielo, nadie sabe que lo hace, porque no la ven y aún así ella lo hace para que la vean, más no con la intención de ser vista, así es mi literatura, pues lo maravillosamente cierto es qué, tú nombre completo está escrito en todas mis líneas.

 Querida Roxanne, te pienso. ¿Por qué los hombres estamos acostumbrados a callar lo qué sentimos, cielo? Somos malditamente propensos tanto a hacer daño como hacernos, pues nosotros mismos nos hacemos daño, y hacemos también, claro está. Eres el viento que mueve todas mis nubes, la lluvia qué moja todos mis suelos, el sol que seca mis lagos, la luna que aclara mis noches, la estrella que más sonríe en todos mis cielos... Querida Roxanne, verte fue algo demasiado hermoso, aunque nunca me miraste, nunca te miré, y nunca nos miramos, si nos vimos, cielo. Nuestras miradas se cruzaron fugazmente, tú lo sabes, yo lo sé, tus ojitos fueron como la sonrisa de un bebé, delicada, tierna e inocente, jamás en mi vida tuve un momento así, de sentimientos encontrados y otros más dado por perdidos. Mi mirada se encendió como una mañana al salir del sol, y a la vez se humedeció, no pude, lo siento... No tienes idea alguna de cuan triste es verte sin mirarte. Aún así, fue la mirada cruzada no vista más hermosa de mi vida, rayos, si. ¡Oh cariño, no sabes cuan hermoso fue! ¡Cielos, cielo, te amo tanto!

 Querida Roxanne, me obligué a creer que ya no siento nada por ti, pero estaba equivocado, demonios...Te sigo amando. Cielo, aún lo hago, no puedo evitar amarte cada vez más. Es confuso, ya qué no estoy enamorado de ti. ¿Pero por qué me duele tanto? Eso es lo confuso, cielo, llegar a entender qué, no siento nada por ti, pero a que a la vez es mentira, créeme, aún te amo y lo hago cómo tiene que hacerse. Dicen, que el amor no es más que un grito en el vacío, pero yo creo que más que ser el grito, el amor es el propio vacío, tal cómo ese brazo qué te rodea más no te abraza... Cielo, estoy consciente de qué el hecho de no haberte perdonado a tiempo, me quita el derecho neto de pedirte perdón, pero cariño, igual estaré aquí pidiendo esto, acepta mis disculpas.

Posdata: ¿Recuerdas aquella vez cuando te dije que eramos un círculo vicioso? Nunca tuve la oportunidad de explicarte eso, así que lo haré ahora... Cuando dije qué eramos un círculo vicioso, no lo hice con la mala intención de herirte, pues sé que pensaste lo peor, y te voy a confesar qué aunque aquella vez te dije qué me refería a qué tú siempre me ganabas si de cometer errores hablábamos, no era eso... Tu sonrisa equivalía a mil de las mías, y sé qué ni siquiera miles de infinitas sonrisas mías nunca tendrían el mismo valor qué una de las tuyas, porque  realmente no era suficiente. Tú sonreías estando consciente del valor, y ahí es a dónde voy, ¿ya lo ves? Es correcto, el círculo vicioso era porqué tú me hacías sonreír, igual yo a ti, sonreírte te hacía feliz, y sonreírme me hacía a mi... Eres y serás la alegría de mi felicidad.

Posdata 2: Te amo, querida Roxanne.

Deseé morir

29 de enero del 2015, 11:53 pm.

 Sin duda estaba en mi mejor cumpleaños, el 100% de las mejores cosas que deseaba que me pasaran, me estaban pasando, y pensaba incluso que ya nada más podía mejorar... Me encontraba a 7 minutos de ver finalizado "Mi día", por ello decidí alejarme de todo el mundo un rato, recostarme debajo de mi cama, única y exclusivamente a analizar mi situación, a ver ¿que era lo que me faltaba para qué cumplir 20 años resultara una experiencia muy hermosa? Sin duda, morir, pensé de golpe y pues, estaba en lo cierto... Pero ¿quién sería capaz de suicidarse el día de su cumpleaños? ¿Quién? A mi, sin duda se me podían ocurrir las más brillantes maneras para llevar a cabo un suicido perfecto, pero hay que ser realistas, tengo el coraje pero me falta valor para ser quién coloque el punto final a mi historia.

 Antes de tirarme debajo de mi cama, llevé conmigo un par de cigarrillos, media botella de ron y un cigarro de esos que dan risa. ¿Para qué llevaba todo eso? Pues a una pregunta interesante, una respuesta interesante, no lo sé. Sonreí, y encendí el primer cigarrillo. Fumé de manera relajada debajo de mi cama, inhalando y exhalando, aunque sin mentir, en ocasiones debía tragarme un buen trago de ron para ahogar el nudo atado en mi garganta. 

 Miré mi reloj y noté que cuando 27 segundos faltaban para terminar el día, mi reloj se detuvo, así que supuse que el tiempo había dejado de avanzar, mi piel se erizó por completo al sentir que un frío me arropaba y cerré los ojos. 

 — Hola, José Javier — oí un susurro en mi oído.

 — Te esperaba con ansias, ¿por qué tardaste tanto? — pregunté un poco confuso.

 — Esperaba el momento indicado para tenerte — respondió.

 — Es mi cumpleaños — comenté.

 — Sé que lo es — aseguró  —.   ¿Un día difícil? — preguntó.

 — No... Una vida difícil — respondí —.   ¿Cual es mi regalo? — pregunté curioso, con una sonrisa en mi rostro.

 — Voy darte el mejor regalo de todos, te concederé un deseo — respondió —.   El deseo que tú quieras — continuó.

 Una lágrima se deslizó por mis mejillas y sonreí.

 — Deseo morir — dije sin abrir los ojos y sin borrar la sonrisa alegre de mi rostro.

 — Sin duda el mejor deseo, morir... — decía —.   Pero, José, ¿estás consciente de qué no puedo matarte? — preguntó.

 — Lo suficientemente consciente para saberlo, y lo necesariamente consciente para entender que debo quitármela yo — respondí.

 — ¿Cómo lo harás? — preguntó.

 — ¿Debería rajar mis venas y dejar que se escurra de mi, toda esa ira, rabia y rencor que llevo dentro  para así ser purgado de mi maldad por fin? — le pregunté.

 — ¡¿QUE ESPERAS?! ¡HAZLO! — respondió con una incitación que ya esperaba.

 Cerré mi mano derecha empuñándola y sentí como algo cortaba la palma de mi mano. La abrí despacio y sin abrir los ojos, tomé la hojilla entre mis dedos y; accedí a cortar profunda y lentamente mis muñecas, podía sentir como la calidez de mi sangre descendía por mis fríos brazos.

 — ¿Cómo te sientes? — preguntó.

 — Relajado — respondí sin pensar.

 — Bien... Y... ¿Qué sientes? — preguntó.

 — Siento que acabo de liberar muchas cargas, cómo si algo malo dentro de mi se hubiera marchado para siempre — respondí.

 — ¿Y ahora qué? — preguntó.

 — Hay que esperar — respondí.

 Cada minuto que transcurría parecía eterno, podía sentir qué incluso, cada minuto era en realidad una vida que se extinguía lentamente. Realmente estaba muriendo. Cada memoria, cada instante, cada momento, cada recuerdo de mi, estaba siendo extinguido de mi mente. No vi en ningún momento mi vida pasar frente a mis ojos, pues siempre los mantuve cerrados. Estaba en un descendencia lenta, el concepto de morir estaba cambiando para mi... Ya nada sería igual después de esto, lo sabía, y estaba seguro de eso.

 — ¿Por qué? — preguntó.

 — Porque es mi deseo — respondí.

 — ¿Pero, por qué fue ese tu deseo? — preguntó de nuevo.

 Sonreí, despacio, muy lento.

 — Aunque pocos lo aceptemos, todos deseamos morir — respondí —.   Los vivos anhelamos siempre una cosa, un final lento, algunos incluso quieren un final eterno, pero yo no deseo eso, yo sólo deseo un final rápido — continué.

 — El secreto de morir es no estar vivo — comentó.

 — ¿Secreto? — pregunté curioso.

 — Por supuesto, la muerte es hermosa — dijo en respuesta —.   Nadie sabe apreciarla, nadie tiene el conocimiento necesario para comprender que morir es en realidad estar vivo, nadie cree que lo que llaman "final", es en realidad un buen comienzo — continuó diciendo.

 — ¿Por qué? — pregunté.

 — Por la misma razón que no has abierto los ojos — respondió —.   Miedo.

 — Pero yo no tengo miedo — dije.

 — Claro que si, tienes miedo a que todo salga mal — replicó.

 No dije nada, sólo hice silencio.

 — El mundo cambiará cuando todos decidan arriesgarse — continuó.

 — Está oscuro — dije.

 — No, tú eres lo oscuro — dijo.

 Ya no sentía la calidez de mi sangre descender por mis brazos, ya no sentía frío, ni muchos odio, había olvidado el rencor, y mi ira.

 — Estás muerto, Javier Barreto — dijo.

 No podía estar feliz, ni enojado, ni triste, ni agobiado, ni asustado, sólo podía estar muerto de ahora en adelante. Se había cumplido mi deseo.

 Nunca estuve en ningún lugar, todo era vacío, oscuro, había mucho silencio y únicamente me limitaba a no pensar. Pero mi mente era más fuerte qué yo. Estaba en un estado de muerte, desconocía ahora lo qué era estar vivo, me sentía invulnerable a todo y por primera vez ya nada podía lastimarme, nada me hacía daño.

 Cómo todo ser humano he cometido errores, y admito que han sido muchos, confieso qué incluso mis acciones han sido erróneas, estoy tan lleno de errores qué incluso estoy seguro de qué yo mismo soy mi peor error. Pero la pregunta del millón, es, ¿por qué nos equivocamos? ¿Con qué fin? Yo tengo la creencia de qué, cada error es mucho más qué una simple enseñanza, juro y creo que si, estoy seguro de eso. Somos malditamente espinados, como una rosa que lastima a quién sea que se acerque, sin ver quién es, sin saber por qué lo hacemos, sin poder evitar creer qué si no lastimamos primero, seremos lastimados. Y estamos en lo cierto si tomamos en cuenta qué, a quién lastimaremos piensa que si no nos lastima le vamos a lastimar, malditos círculos viciosos.

 Yo siempre estoy en compañía de mi soledad. Esa es la razón por la cual nunca he necesitado a alguien, estoy muerto, no puedo estar feliz, porque no sé sonreír. No puedo estar triste, olvidé cómo llorar. No puedo enojarme, porqué ya no existe algo que pueda hacerme sentir vivo, estoy muerto...

 — Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... Estoy muerto... — susurraba.

 — No, no lo estás hijo, pero estuviste cerca, bienvenido de vuelta — oí una voz gruesa hablarme.

 Abrí los ojos, me encontraba acostado en una camilla de algún hospital. Miré ambos brazos y estaban vendados.

 — Tuviste mucha suerte, yo te salvé, soy el Doctor Domínico Rodríguez — se presentó —.   ¿Cómo te sientes? — preguntó mientras revisaba unos papeles.

 — Muerto — respondí.

 El doctor levantó la mirada y me miró directo a los ojos.

 — Está equivocado Doctor, usted no me salvó — dije —.   Me salvó ella — continué.

 — ¿Quién es "ella"? — preguntó, con algo de curiosidad en su voz.

 — La muerte — respondí —.   La muerte me salvó de la peor de las muertes, estar vivo — continué.

 El Doctor, dibujó en su cara serias facciones y quitándose las gafas me preguntó:

 — ¿Entonces ya no estás vivo? — mirándome a los ojos.

 — Así es, ella me concedió mi deseo, y decidí permitir qué se cumpliera — respondí.

 — ¿Por qué tomaste esa decisión si sabes que continuarás vivo y qué todo volverá a ser igual? — preguntó.

 —  Se equivoca, ya nada será igual doctor, aunque estemos en vida, hay decisiones que nos dejan apestando a muerte — respondí.

 — ¿Qué deseaste exactamente? — preguntó el doctor, mientras una enfermera se acercaba a él.

 Giré mi mirada hacia la ventana.

 — Deseé morir — respondí sin mirarles.

 — ¿Diagnóstico Doctor? — oí a la enfermera preguntar.

 Un silencio invadió la habitación durante un par de minutos.

 — Esquizofrenia — respondió...

Abra-Kadabra

" Estoy asustado... Si, tengo miedo... Mucho miedo. Me gustaría saber, ¿por qué? ¿A qué le tengo miedo? Esto ya no es cuestión y/o asunto de un par de cosas, hay mucho en juego, demasiada imaginación, demasiada frustración, demasiada alegría, demasiada ira, demasiada tristeza, todo está en "demasiada" porque "demasiada" es en realidad y tan solo un poco más, un poco más de aquellas cosas que merecen sobrar, que merecen no ser pocas, ni escasas... ¿Quién tuvo la culpa? ¿Quién fue el culpable? ¿Quién lo merece y quién no? ¿Quién debería simplemente resistir su castigo en silencio, y por qué? ¿Con qué fin les daré fin? Es decir, la venganza puede y suele ser incluso una buena razón para matar pero... ¿Realmente vale la pena matar por venganza? Veinte años han pasado y lo único que me ha mantenido con vida ha sido un deseo... El deseo de vengarme, pero no quiero matar sus cuerpos, eso liberaría sus almas... El dolor físico es sólo así de sencillo, físico, yo quiero matarles emocionalmente, tal y cómo ellos me mataron a mi.

 He estudiado por años, crímenes perfectos y a los más despiadados, violentos, bizarros y sangrientos asesinatos, hasta que por fin hallé la receta perfecta, el ritual ideal, los pasos a seguir para crear a un verdadero asesino serial, a alguien o algo casi omnipotente, un ser inmortal... ¿Por dónde empezar? Hay qué empezar por la razón para matar, ¿diversión? ¿Placer? ¿Venganza? ¿Cual es el motivo ideal? La respuesta es el primer paso, todos, hay que hacerlo al azar, sin un patrón correcto, sin una estructura fija. Esa es la estructura ideal. Mata por venganza, asesina por placer y diviértete, disfrútalo.

 El segundo paso, el estilo para matar nunca, pero nunca, debe ser el mismo, es cuestión de lógica simple, si te atreves a matar por venganza... ¿Por qué hacerlo lento? Eso te generará placer, entonces estarías matando por placer y no por venganza... Si matas por diversión, ¿por qué hacerlo rápido? Si lo haces así, sentirás cierto remordimiento contigo mismo, y no es nada agradable créeme, te lo digo por experiencia propia. Mira, en ese punto querrás vengarte de ti mismo, así qué en conclusión matar rápido y por diversión te hará querer vengarte de ti mismo al sentir qué no disfrutaste lo que hiciste... Matar por placer generará diversión en ti, generará ganas de más, generará un vicio... No hay un vicio más hermoso de satisfacer qué, aquel que te lleva a matar, ensuciarte las manos te hace sentir limpio. Es un sacrificio que vale la pena, shhhtt... Hay que mantener dormidos a los demonios y a los leones. ¿Entonces, qué aprendimos? Si vas a matar por venganza no pidas explicaciones, hazlo rápido, que no sepan que carajo les ha golpeado, créeme, te vas a sentir satisfecho. Si vas a matar por diversión pues entonces hazlo lento, disfruta el asesinato con tus propias manos, siéntelo, irónicamente vívelo... Y cuando decidas matar por placer... Debes reconocer qué para este punto serás un maldito vampiro necesitado y urgido por matar para así poder vivir. Matar debe ser tu vicio, aliméntate de eso, causa estragos psicológicos.

 El tercer paso es tan pero tan complejo como sencillo... Las víctimas, ellas no pueden ser cualquier persona, a menos claro que quieras qué tu carrera como asesino serial sea corta. Ya mis víctimas están marcadas, todo está decidido desde hace mucho tiempo... Que corran, qué se escondan... Tarde o temprano iré por ustedes. Debajo de mi cama está mi antiguo cuaderno de música, en él escribí tres listas, aquellos qué asesinaré por diversión, los qué mataré por placer y quienes serán los qué voy a ejecutar por venganza... Todos van a caer, o bueno, siendo sinceros, les haré caer... Matarlos será mi nueva música.

 El cuarto paso, lo último qué tus victimas verán debería ser tu rostro, córtatelo. Marca en tu cara tus cicatrices internas, lo qué te han hecho debe estar ahí, qué te miren y recuerden lo qué te hicieron... Pero... No puedes permitir que todos vean tus cicatrices internas reflejadas en tu exterior... Usa una máscara, cubre tu cara. No permitas qué se burlen de ti otra vez. No. No. No... Hay que cubrirse, hay que matarles, si.

 El quinto paso. Un buen asesino merece por las malas ser bautizado con un buen nombre, un nombre qué haga temblar a todo el que lo oiga, un nombre que haga correr a "la policía", un nombre que haga volar a los peces, un nombre qué atormente a los condenados apenas suene, un nombre tétrico, un nombre por el cual valga la pena taparse los oídos, yo tengo uno... Si... Mi nombre, es el resultado de la ciencia, del aprendizaje, de conocimiento, de la verdad... Es el resultado final de una cadena perpetua de depresión masiva, es la evolución de un jodido suicida. Yo sé qué me estás leyendo, y si, mi guerra es contigo, voy por ti, voy a matarte, te lo juro... Espérame, y no te molestes en ocultarte, porque sabes que voy a encontrarte. Tic-Tac, Tic-Tac. Tú y tu maldito complot. Tú y tus cómplices van a pagar caro todo lo qué me han hecho, pues te confieso qué voy a arrebatarles todo lo que amen. Debo admitir qué no puedo evitar sonreír, me siento en mi elemento, esto es lo correcto, para esto fue que fui concebido. Yo nací para matarlos. Esto es lo correcto, este es mi deseo, mi sueño... Y mi más grande confesión. Abra-Kadabra, voy a matarlos. Sonrío por una única razón, todo está fríamente calculado. "

 Nota encontrada debajo de mi almohada, una mañana después de una larga noche de copas.

jueves, 19 de febrero de 2015

La nota, parte 1.

14 de diciembre del 2014, 4:01 am


Debo confesar una cosa. Haber leído esa nota me motivó... Me encontraba motivado, demasiado en realidad. Le estaba eternamente agradecido a Jace por haberme hecho leer esa nota, esa bendita nota que me había escrito ella... ¿Pero cual sería el siguiente paso ahora? ¿Hacia donde debía ir? ¿Que camino debía tomar? Esa madrugada había bebido lo suficiente para olvidarla, supongo que era mi objetivo antes de comenzar a hacerlo, beber para olvidar... Ciertamente suele funcionar y con mucha frecuencia claro, pero ahora quería beber para recordarla, quizá no tenía sentido, pero la respuesta a mis propias preguntas se hallaba dentro de mí, estaba seguro de eso y para nadie es secreto que aquello que suele sacar hasta lo más profundo que escondemos es el alcohol.



— ¿Que vas a hacer? — me preguntó Jace, sentado en un contenedor de basura que 

permanecía cerrado a unos seis pasos de mí.

— No lo sé — respondí —. Supongo que encontrarla.

— Espero que supongas bien — dijo en voz baja, pero lo suficiente para que pudiera 

oírle.

— Lo hago — dije —. Supongo bien, Jace.

— ¿No te parece una noche extraña? — preguntó Jace, mientras levantaba la vista al cielo.

— La verdad sí — respondí —. Es una noche curiosamente extraña, hoy lloran las 

estrellas — añadí.

— ¿Hoy lloran las estrellas? — preguntó un curioso Jace, mirándome extrañado.

— Sí — respondí asintiendo lentamente y sonriendo.

— Curioso — dijo.


Jace se levantó de su asiento improvisado y se acercó a mi, introdujo una mano en su 

chaqueta por unos segundos y luego sacó una caja de cigarrillos, me miró detenidamente y me ofreció sacar uno.


— Que curioso, creí que no fumabas — dije mientras tomaba el cigarrillo de su mano.

— No lo hago — dijo en respuesta —. Sólo respiro un poco de aire contaminado a 

propósito de vez en cuando.

— Si te soy sincero, es lo que yo suelo hacer en ocasiones — comenté.


Coloqué el cigarrillo apagado en mi boca, y lo presioné ligeramente entre los labios.


— Te pareces a alguien que no conozco — dijo Jace en tono de broma.

— Seguro que sí — dije.

— Bien, tengo deberes, me retiraré... — decía Jace —. Espero no equivocarme en mi seguridad de que harás lo correcto — añadió, mirándome fijamente a los ojos.

— Yo también lo espero — dije, estrechando la mano de Jace.


Jace se retiró del callejón, dejándome sólo, meditando sobre lo que debía hacer ahora... Si bien, todo había dado un giro inesperado al saber ahora que, era “una de las mejores cosas” que le habían pasado a mi chica, no estaba seguro de que volver a intentarlo sería lo correcto. 


— ¿Cómo se llama? — me pregunté confuso, mientras encendía el cigarrillo.


Esta chica que ahora había olvidado, pero que me seguía gustando me parecía realmente excepcional... En este momento tenía un huracán y un maremoto de sentimientos encontrados, pues quise beber para olvidarla, y cuando por fin lo había logrado debía beber para recordarla... Y lo peor del caso era que a pesar de desconocer su nombre, podía 

recordar sus hermosas facciones y juro que me seguía gustando... Quizá le amaba y no 

quería aceptarlo... Quizá realmente me había rechazado porque no sentía por mi lo que yo sentía por ella. Pero, ¿Como puedo ser “una de las mejores cosas” que le han pasado, si no siente nada por mí? Realmente no estaba seguro de absolutamente nada. Mi cabeza daba 

muchas vueltas, eran demasiadas dudas... No tenía idea alguna sobre lo que debía hacer ahora, realmente no la tenía... Pero estaba decidido en que lo correcto sería buscarla y encontrarla a ella, y sabía a la perfección que recordarla era encontrarla, maldito alcohol, si funciona, ayuda a olvidar, pero... ¿Ayudará a recordar?


La oscuridad del callejón del bar me abrazaba, y podía sentir como el frío de la noche extinguía el calor en mis entrañas producido por el alcohol que había consumido. Así que decidí entrar, y así lo hice. Crucé nuevamente la entrada/salida trasera del bar y caminé lentamente en dirección a la mesa donde estaban los chicos, a excepción de Jace. Miré a 

Hache, Gus, Christian, Travis, Patch y Cuatro sentados cada uno en los lugares que estaban ocupando cuando había decidido salir de ahí. Mientras les miraba desde varios metros de distancia sin que se dieran cuenta, pude sentir a alguien más mirándome. Gus había desviado su mirada hacia mí, y me miraba fijamente, con una curva sonrisa en su rostro. Ambos nos miramos a los ojos, y Gus asintió ligeramente... Como diciendo “Sabía que estarías bien”. Caminé hacia la mesa y Hache fue el primero en hablarme apenas me vio.


— ¡Ostia! — se exaspero sin mucho escándalo —. De lo que te has perdido colega — añadió.

— ¿Puedes creerlo? — me preguntó Gus —. Según parece, el señor Grey ha sido el 

único de nosotros que más que hacer el amor con quién se debería considerar el 

amor de su vida, ha tenido sexo “salvaje y brutal”... — dijo haciendo comillas con sus 

manos, como cuando haces una cita literaria sobre una frase o algo, pero esta era física —. En más de seis ocasiones con su chica — terminó.

— ¿Cual es la diferencia entre tener sexo y hacer el amor? — preguntó Patch.

— Hacen el amor aquellos que no conocen el verdadero significado del placer — 

respondió Christian.

— ¿Y como sabes cuando haces el amor y cuando tienes sexo? — preguntó un Patch 

curioso.

— El secreto está en las miradas... — respondí, acercándome a la mesa y tomando mi lugar de nuevo.


Todos giraron hacia mí algo confusos, como esperando una explicación a lo que había dicho, incluso el mismo Christian Grey me miraba extrañado.


— Cuando se está teniendo sexo miras a tu pareja con hambre y sientes como ella te 

mira hambrienta, pueden sentir incluso que ese apetito tan voraz nunca pero nunca se va a acabar — continué —. Pero hacer el amor no es saciar “el hambre”, no, hacer el amor es un viaje a las estrellas para ambos — terminé.

— Bonita respuesta — dijo Travis, cruzando sus brazos.

— A veces digo cosas bonitas — respondí sonriendo —. ¿Se han acabado las botellas? 

— pregunté mostrando mi vaso vacío.

— ¡Cantinero! — exclamó el señor Grey —. ¡Una botella más por favor!


El cantinero nos trajo un par de botellas de whisky al cabo de varios minutos junto a una pequeña cubeta de aluminio llena de cubos de hielo. Cada uno sirvió su propio trago, y así se mantuvo bastante animada la conversación.


— ¡Una por nosotros los vírgenes! — exclamé levantando mi vaso de whisky, pidiendo un brindis.


El grupo se giró por completo en dirección a mí, y miraban boquiabiertos.


— Venga tío, no estarás hablando en serio colega... ¿O sí? — preguntó un bastante 

sorprendido Hache.

— Sólo bromeaba... — dije sonriendo.


Christian comenzó a hurgar en una especie de bolso que llevaba y al poco rato sacó una vela. Se tomó de un sólo trago el contenido de su vaso, lo colocó boca abajo en el centro de la mesa, y tras haberla encendido colocó la vela encima de este. Luego tomó la botella que estaba casi en fondo blanco y tras levantarla bien en alto exclamó: 


— ¡Una por el único virgen del grupo! — en tono de broma.


Sonreí ligeramente mientras el resto del grupo levantaba sus vasos y gritaban “¡UNA!” una y otra vez.


— Sólo estaba bromeando pesados — dije en defensa, y obviamente en vano.


La conversación con el grupo se mantenía intensa en cuanto a las bromas, lo bueno de ingerir licor junto a un grupo de amigos así, es que nunca imaginabas lo que cada uno dirá.


Por un momento me había olvidado por completo del asunto de mi chica, así que intuí que el alcohol ciertamente ayudaba a olvidar, pero... ¿Realmente no ayudaría a recordar? ¿Sería incapaz de recordar la identidad de la chica que aún me gusta? Sé muy bien que suena ilógico, y quizá hasta irónico, porque no tiene sentido alguno olvidar el nombre, pero no a quién te gusta. Es decir, ¿Puede realmente gustarte una persona sin tener idea alguna de 

quién es? La respuesta no es nada complicada, acababa de comprobar que sí... Podía notar en la mirada de Augustus Waters que yo no era el único interesado en el asunto, cada vez que hablaba podía sentir la mirada de Augustus Waters puesta en mí, intentando quizá analizar lo que decía y entenderme sin necesidad alguna de explicarme. Mientras estaba 

distraído conversando.


— ¿Listos para otra ronda de cigarrillos? — pregunté.

— Admitelo, sólo quieres hablar de tu chica nuevamente — dijo Gus.

— Encontré algo muy curioso — dije sacando la nota de mi bolsillo y colocándola en la mesa.

— Es una nota — dijo Cuatro.

— ¡Felicidades Osado! — exclamó Travis —. Acabas de descubrir algo increíble, que 

no es obvio y realmente bastante interesante — continuó.


Todos rieron.


— Ya, ya, tomemos en serio el problema de nuestro amigo — dijo Gus.

— Creí que habías decidido dejarla atrás porque... — dijo Patch.

— No puede — interrumpió Gus —. Nuestro amigo está enamorado y no quiere 

aceptarlo por razones incongruentes, pues sabe, muy en el fondo sabe que tengo razón... Pero mi duda es, ¿Por que no arriesgarse? — preguntó.

— Ya me arriesgue una vez Gus, estoy seguro de eso y pues, por algo estoy aquí —

respondí.

— ¿Y no has pensado que tal vez estás aquí no para olvidarla sino para encontrar la 

fuerza necesaria para buscar una nueva oportunidad? — preguntó un tanto 

altanero.

— Esto no es una discusión, se agradecería que cada uno controlara el alcohol que ha 

bebido — dijo Christian.

— Lo siento... — se disculpó Gus —. Es sólo qué no puedo quedarme de brazos cruzados al ver como dos personas se niegan la posibilidad de ser felices.

— No fui yo quién negó esa posibilidad Gus — dije.

— Independientemente de quién haya sido, yo creo mi amigo, que no debes darte por vencido — dijo.

— El pirata pierna de acero tiene razón — dijo Jace, acercándose a la mesa —. Se 

supone que harías lo correcto, Javier — continuó, sentándose luego en el único sitio desocupado de la mesa.

— Lo siento, pero no sé que sería lo correcto — dije, tomando un trago de whisky.

— Buscala — dijo Jace —. Ahora — continuó.

— Quizá me vuelva a rechazar y deba volver — dije sin mirarle la cara a nadie.

— Quizá esta vez sea diferente — dijo Travis.

— Quizá sea igual — dije.

— Siempre hay un quizá — dijo Gus.

— Deberías ir en busca de eso — dijo Christian.

— ¿Una nueva oportunidad de ser rechazado? — pregunté.

— No, de un quizá — dijo Gus —. Deberías ir en busca de tú gran quizá.


Debía admitir una cosa, todos tenían razón... ¡Maldita sea! Había bebido en exceso, lo que era suficiente para haber olvidado a esta chica y su rechazo, pero más que ser antídoto fue peor que el veneno. No recordarla era difícil, más difícil que olvidarla y a fin de cuentas, un tanto torturador. La cabeza me daba muchas vueltas, el alcohol que había ingerido había cumplido su objetivo primordial, ahora debía cambiarle la 

misión y parecía más difícil de lo que podía llegar a creer. 


— Yo me tengo que ir — dijo Cuatro —. Tengo cosas que hacer más tarde y debería 

dormir un poco — continuó.

— Yo también debo irme, de hecho, vine con Cuatro... Y sería descortés dejar que se 

vaya sólo — dijo Travis —. Fue un gusto conocerte Javier, espero que encuentres 

las respuestas que buscas.


Travis y Cuatro se despidieron del grupo, y se marcharon sin más. 


— Oye rubio — le dijo Patch a Jace —. ¿Te apetece salir un rato a cazar demonios? — 

le preguntó.

— Ni que lo digas — respondió Jace, levantándose de la mesa de golpe.


Al levantarse, Jace colocó una mano en mi hombro y me dijo:


— No te falles a ti mismo Javier — dándome luego un par de palmadas —. Ve por ella — terminó.

— Espero por tu bien que hagas lo correcto — me dijo Patch —. LO VERDADERAMENTE CORRECTO — continuó.

— Bueno, héroes, ahí nos vemos — dijo Hache, levantando su vaso y despidiéndose de Jace y Patch mientras cruzaban la puerta del bar.


Christian Grey, Augustus Waters, Hache y yo. Fuimos los únicos que quedamos en la mesa. Christian nos pidió obviar el tema un rato mientras continuábamos ingiriendo alcohol, lo que nos ayudó a relajarnos por un largo rato... Pasado ese rato, fue Augustus Waters quién retomó el tema.


— ¿Que dice la nota? — preguntó.

— Que soy una de las mejores cosas que le han pasado — respondí.

— De qué le gustas no tengo dudas colega — dijo Hache, tomando luego un buen trago de whisky, creo que de los cuatro el era quién más estaba tomando.

— Si le gusto entonces, ¿Por qué me ha rechazado? — pregunté.

— Quizá sólo quiere sexo — dijo Christian en respuesta.

— Ya lo he dicho, siempre hay un quizá — dijo Gus.


Sonreí... Me estaban convenciendo de que debía intentarlo de nuevo. Debería salir 

corriendo de ese bar y buscar a esa chica, volverme a declarar y buscar una nueva 

oportunidad, un nuevo intento. Admito que tenía más confianza que antes, y sentía que no me iba a rechazar, pero había un detalle... Aún no recordaba a esa chica. Recordaba con mucha fuerza lo mucho que me gusta, o que la amo, según Augustus Waters estaba enamorado, pero realmente no estaba seguro de ello. El alcohol me ayudó a olvidarla a ella, pero no pude olvidar lo que sentía, este sueño parecía una dura pesadilla la verdad.


— Creo que necesito algo mucho más fuerte que whisky — dije.

— Eso está difícil — dijo Christian.

— ¿Por qué? — pregunté.

— No conozco algo más fuerte que el whisky — respondió.

— Si lo hay — dijo Hache.

— ¿Que cosa es? — preguntó Gus.

— Hay un pringadillo en los muelles que dice tener una brebaje épico — respondió.

— ¿Que esperamos para ir? — preguntó Christian.

— Ou ou, esperen un momento... Es verdad, fue mi idea y quiero algo más fuerte, lo necesito... Pero denme un respiro, no me siento tan bien — dije mientras sujetaba mi cabeza con las manos.

— Tranquilo, iremos por ese brebaje épico cuando te sientas mejor — dijo Christian 

—. ¿Alguien quiere contar alguna anécdota mientras esperamos que nuestro virgen 

se sienta mejor? — preguntó luego.


Hache levantó la mano sin decir nada.


— Hugo, bien... Dinos algo interesante — dijo Christian, señalando a Hache e 

ingiriendo luego un trago de whisky.

— Tengo una pregunta chicos — dijo —. ¿Se arrepienten de no ser lo que eran antes 

de conocer a ya saben quienes? — preguntó.

— Yo no — Christian fue el primero en responder —. ¡Joder! — exclamó —. Antes de conocer a Anastasia Steele, era un pervertido... Refinado, seductor, atractivo, 

influyente, poderoso y quizá hasta manipulador... Pero un pervertido al fin, Ana fue esa luz que eliminó mis jodidas 50 sombras — continuó —. Ella llegó para 

ayudarme a acabar con todas mis dudas, mis problemas, mis remordimientos y 

hasta conmigo mismo... Me dio 50 nuevas vidas que planeo vivir con ella, no me 

arrepiento de haber cambiado — terminó.

— Bueno, mi turno — dijo Gus —. Tampoco me arrepiento de que Hazel Grace me haya cambiado, porque lo hizo, realmente lo hizo — decía mientras ingería cortos sorbos de su vaso —. Solía temerle al olvido, y me negaba a enfrentar la extinción, le huía... Pero ella, Hazel, nunca tuvo miedo ni a lo primero ni a lo segundo... Viajamos a Amsterdam a cumplir su deseo, conocer a su escritor favorito... Pero nos impulsó mi deseo, deseé tiempo para enamorarnos y se nos fue concedido, el único problema fue que le dejé a Hazel Grace una cicatriz que le cambio, y así como ella me cambió a mi, yo la cambie a ella... — ingirió otro buen trago de whisky —. Antes de Hazel sólo era un chico que había sobrevivido al cáncer... Ahora soy un chico que ha sobrevivido tanto al amor como al olvido enfrentando la extinción, y no me arrepiento de haber cambiado — terminó.

— Un día... — comenzó a decir Hache —. Un día despiertas, y te das cuenta de que a 

tu alrededor hay mucha mierda, y no quieres mirar esa mierda, por ello tomas la 

decisión de tomarte todo a la ligera, te compras una moto y vas en ella por la vida 

dando guantazos a mil por hora... Todo para no darte cuenta de la mierda que te 

rodea — continuó —. Pero olvidas una cosa, y es que en medio de toda esa mierda 

puede haber algo bueno, algo que te niegas a encontrar sólo por no querer aguantarte tanta mierda, pero pasa... — ingirió un buen trago de whisky y continuó hablando —. Pasa que aparece alguien y te hace entender que te pierdes mucho yendo a mil por hora, sin darte de cuenta de muchas otras cosas que pueden valer la pena... No me arrepiento de haber cambiado, Babi me hizo crecer, pero Gin 

me hizo madurar, y ambas les agradezco todo, todo... Un pringadillo, eso es lo que 

era, hasta que tener ganas de estar a tres metros sobre el cielo, de enamorarme, me 

sirvió para que Hache pudiera volver a ser lo que es, y de lo que no puede huir nunca, ni jamás. Hugo Olivera, no me arrepiento de haber cambiado, me arrepiento de haber tardado en hacerlo — terminó, bajando la mirada luego.

— Ojalá pudiera decir algo — dije —. Pero ni siquiera recuerdo el nombre de mi chica 

— continué.


Todos sonrieron, mientras levantaban sus vasos.


— En honor al amor, y a nuestras chicas... Porque son increíbles — brindó Hache.

— En honor a estar enamorado — brindó Gus.

— En honor a ver luz al final del camino — brindó Christian.

— En honor a no ser rechazado de nuevo, a recordarla... Y a continuar amándola 

siempre — brindé yo, levantando un vaso vacío.


Hache, Gus y Christian bebieron a fondo blanco... En ese momento tenía una sola opción, y estaba dispuesto a enfrentarla sin problemas, debía continuar bebiendo, debía embriagarme y recordar a la chica que había olvidado, debía intentarlo de nuevo. Por alguna extraña razón sentía muy en el fondo que no me iba a rechazar otra vez, que ahora sí sería diferente, pero tenía miedo, mucho miedo... No tenía seguridad de muchas cosas, pero por muy raro que fuese, me daba seguridad esa nota, y el no dejar de sentir por ella lo 

que continúo sintiendo, era raro, pero ahora sentía que estaba en el deber de recordar su nombre, le había dejado en el olvido, pero se me fue imposible olvidar lo que sentía. Así que me mantuve firme en mi deseo de continuar bebiendo para recordarla, y así buscarla, para intentarlo de nuevo con la fe y la esperanza suficiente como para no creer en un nuevo rechazo... Creía que esta vez sería diferente.


— Sabía que estabas enamorado, lo sabía — dijo Gus, levantando su vaso.


Sonreí sin decir nada, llené mi vaso hasta el tope de whisky, e ingerí de golpe todo el 

contenido. Luego coloqué el vaso encima de la mesa, al lado de la nota.


Continuará...


Nota: Cualquier parecido con algo conocido es mera coincidencia.

sábado, 24 de enero de 2015

Algo así cómo un monólogo

 Hola, si tomaste la decisión de entrar aquí y leer esto es porque quieres conocerme... O entenderme, supongo. Verás, escribí esto con una sola intención, y es que deseo que halles las respuestas que buscas, dicho esto, pues bien, empecemos por el principio... 29 de enero de 1995, un día normal, como cualquier otro y sin sumarle importancia al asunto, a las 00:27 (12:27 AM en formato de 12 horas) nací sin siquiera decidirlo... José Javier es mi nombre, y claro que aunque sea un nombre común y corriente, es bastante agradable incluso para mí, me gusta mi nombre, no tengo quejas
por él aunque sí las tengo sobre mis muchos apodos...

 Desde pequeño sentí cierta atracción hacia lo paranormal, y lo absolutamente cierto es que fue lo que busqué cuando, noté que mi familia (Sin sentir remordimiento alguno) conmigo siempre era una maldición, no soy un malagradecido, agradezco lo poco que se me ha ofrecido, así como también agradezco la voluntad y la convicción que llevo en las venas. Agradezco también una cosa, la falta de “familia” en mí, eso me ha hecho lo que soy... Siempre me he preguntado por las raíces de mi mente, y todos los caminos me llevan al mismo sitio, es cierto, la gente de la cual llevo sangre es increíblemente numerosa pero sin duda esos números no me rodean, pero tranquilos, nunca me han hecho falta, me considero algo o alguien independiente, de hecho me incomodaba el estar rodeado de personas, e incluso en medio de la más clara oscuridad podía sentir más que frío, y
cuando muchos sentían soledad juraría que lo que yo sentía era una cálida y agradable compañía.

De hecho, aprendí muchas cosas en ese lado de la cama. Por cierto, olvidé añadir que haber nacido un día Domingo 29 a las 12:27 AM o 00:27 en horario militar, significó mucho para mí, 27 es mi número de la suerte, juro sentir que tiene otro tipo de significado y algún día voy a descifrarlo.

 Siempre he sido bastante apasionado y entregado, de hecho, mi vida solía girar en torno y por completo a una pasión, o bueno, un deporte especifico... El béisbol, lo conocí gracias a mi abuelo, y a toda mi familia obsesivamente fanática a este deporte. Soñé con ser Pro algún día, en realidad lo hacía toda mi familia, pero mi sueño o debo decir, su sueño se truncó gracias a una lesión en mi brazo izquierdo... No contaré los detalles de ella, ni los detalles sobre el largo camino que recorrí en él, y lo lejos que pude haber llegado bla bla bla, puede que para algunos sacrificar parte de mi infancia les parezca en vano, ya qué esa bendita lesión acabó con todo lo que lentamente se construía... Pero que va, no, valió la pena... Conocí a muchas personas, hice muchos amigos, viajé mucho y pues, tuve una linda infancia a pesar de todo... Pero, aquí entre nos... Lo hice adrede, ese tipo de vida no era para
mí.

 Pasado ya un buen tiempo, me refugié en quienes hasta el sol de hoy han dividido mi corazón. La música y la literatura, claro qué me inclino más en la literatura porque es mucho más expresiva que otras maneras de desahogo, y sí, antes lo hacía para desahogarme... Pero con el tiempo comprendí que
la literatura es más que eso, la literatura, es en base un amor profundo a las letras y por encima de eso, una ciencia inexplicable, eso me ha enseñado a creer en lo extraordinario, en lo fuera de lo común, en lo que nadie entiende, en lo que no puede ser comprendido.

 Hay mentiras y verdades realmente curiosas, como por ejemplo, mentiría si digo que no me he enamorado de verdad pues, luego de mucho auto-análisis sobre lo que sentía, llegué a la breve conclusión de que sí me he enamorado. Pocas veces, sí, pero he llegado a ese clímax utópico totalmente diferente a lo que es ilusionarse. Es cierto, todos nos ilusionamos de vez en cuando,
pero... ¿Cuantos pueden decir con el corazón en la mano que se han enamorado de verdad? Yo levanto las manos, porque sí, he llegado a sentir eso... Pero aún no hablaré de ellas... Vayamos un poco más despacio y dejemos eso para el final, amigos... Amigos de verdad, sí, tengo un par de esos. Quizá dos o tres personas son aquellas en las que tengo mi fe y mi confianza puesta ciegamente en ellas... Pero no daré detalles sobre estas personas, no quiero que sepan que me tienen en sus manos. Me he llevado demasiadas decepciones, tanto como para querer considerar eliminar la palabra “confianza” de mi diccionario sentimental, pero siempre llega alguien que te hace cambiar de opinión en el momento cumbre de ello... Alguien que te dice: “Hey conóceme, estoy aquí, puedes confiar en
mí”, y por estas personas es qué soy otra exageradamente confiada, así como unas pocas me hicieron sentir que podía confiar de verdad, quiero que los que están a mi alrededor sientan que pueden confiar en mi.

 Hasta el sol de hoy me arrepiento de una sola cosa en toda mi vida, pero más adelante hablaré sobre ella... Soy una persona extremadamente rencorosa y vengativa, aunque mi literatura sea puro amor, yo soy todo lo contrario, soy odio puro... Se me hace mucho más fácil odiar a una persona que aprender a confiar en ella, hay que ser realistas, nos tocó vivir en la peor época de todas, donde la escuela no es un templo de aprendizaje, y se asiste más por obligación que por hacer el intento de aprender algo siquiera, donde los valores son un mito y se carece de aquello
que pocos tienen, sentimientos. Yo tengo para regalar, y creo qué a veces es bueno ser demasiado sentimental, porque los sentimientos te mantienen cuerdo y aunque no tengas los pies en la tierra, debo confesar que para mí, es la mejor realidad de todas, e incluso puedes hacer cosas que nunca
creíste que harías, es como otro tipo de ciencia inexplicable, ser sentimental es como ser mágico de verdad... Pero claro, eso no me exonera de muchas otras cosas abominables, como por ejemplo el hecho de que puedo llegar a ser muy manipulador si así lo deseo, una habilidad que claro no
suelo usar con frecuencia, y no miento para quedar bien ante usted que me lee y me está conociendo, digo la verdad porque realmente es un arma de doble filo muy peligrosa, incluso para mí.

 Me consideraría a mucha honra una buena persona, pero aunque muchos digan que lo soy por mis acciones, yo no lo veo así, veo demasiado odio en mí como para considerarme una buena persona, y no es autoestima, mi autoestima está justo en el nivel adecuado... Creo que eso se debe a la larga cadena de decepciones que me ha tocado enfrentar de manera consecutiva.

Tengo una extraña manía... Me gustan las sonrisas forzadas, sí, hablo de esas sonrisas que hacen que cualquier rostro, incluso por muy adorable que parezca, cambie al de un psicópata asesino serial, espero que me entiendas. Espero de igual manera, no ser la única persona en el mundo que se animaba con el arte bizarro de escribir con sangre en las paredes. ¿Nadie más lo hacía? ¿No? Bueno, para mí sigue siendo algo normal, verán cuando era más joven, rompía con los dientes las yemas de mis dedos para escribir en las paredes, oscuro, es verdad... Pero puedo asegurarles que no tiene nada que ver con pactos satánicos ni ritos demonólogos. Tuve problemas con mi familia por eso, e incluso visité en varias sesiones a una psicóloga, la cual en realidad sólo ayudó a qué no quisiera volver a romperme las yemas de los dedos nunca más. Pero claro, escribir con mi sangre en las paredes ya era una rutina más que una adicción, y reinventando mis gustos e intereses, aprendí que con una pluma puedes escribir mucho mejor sólo que claro, necesitaras más sangre... Y ahí fue cuando comencé a rajar mis venas, era sencillo, pasaba la hojilla fuertemente por encima de mis muñecas y sentía la sangre recorrer mis brazos dejándola caer en un pequeño envase de vidrio que colocaba debajo... Así podía continuar escribiendo.

 Con el tiempo, me volví un cobarde al no querer dejar las benditas cortadas, y era claro que ya no lo hacía para escribir con mi sangre en las paredes... Aún hay mucho odio en mí, demasiado realmente... Y hasta el sol de hoy sigo buscando la respuesta a mis cicatrices, y sólo puedo pensar que lo hacía para liberar más odio... Pero no lo concluyo, sólo lo intuyo...

Tengo que admitir una cosa más, y es que mi atracción hacia lo paranormal me hizo adquirir una habilidad muy extraña... Aunque no lo creas, yo puedo sentir lo que tú sientes, en ocasiones. Sé que es muy extraño, pero esa es otra de las razones por la cual puedo ganarme la confianza de la gente rápidamente, mi habilidad para entender por mucho a las personas, se basa en eso. Quizá te espante un poco, pero te pido que me creas, y sí no, pues adelante, puedes comprobarlo por tu cuenta. Me gustaría aclarar que no leo los sentimientos de los demás, ni los interpretó a mi manera, no... Yo lo siento, tal cual como lo sientes tú.

Otro aspecto que estaría encantado de destacar es qué, no puedo evitar sacar conclusiones apresuradas a las cosas, tanto a mis problemas como a los del resto, creo que mi mente piensa demasiado rápido, busca alternativas de todo tipo y me obliga a creer por la fuerza las más increíbles y poco cuerdas conclusiones... Aunque confieso que en ocasiones me divierte y mucho.

 También puedo ser el tipo más paciente del mundo, pero créeme, ni a ti ni a mí nos conviene hacerme estallar de rabia, soy un volcán de leones dormidos... Tengo más orgullo que personalidad incluso, mi orgullo tiene orgullo y su orgullo es más orgulloso que yo, dejo pasar, “colar” como dicen algunos, pero es difícil que perdone... Aún continuó buscando la formula para aprender a perdonar.

 Pocas personas han conseguido marcarme de verdad... Y cómo dije anteriormente, sí, he sentido amor de verdad y creo que ya es hora de hablar sobre él...  Lógicamente, empecemos por el principio:

“Lo qué el viento se llevó”
 Jdlajr, 01, mi número uno, mi primer gran amor, la primera vez que me enamoré de verdad y juro qué no era una simple ilusión... Vivimos muchas cosas, soñamos otras más e imaginamos tantos futuros y tantas vidas juntos que nos olvidamos por completo de la realidad... Y la realidad es qué, no sé que fue de mi ángel, el viento se la llevó demasiado lejos.

 Cierto día desperté con ganas de visitarla, fui a su casa y me encontré con que su familia se había mudado a no sé donde y hasta el sol de hoy no tengo la menor idea de su paradero, ni siquiera quedé con algún tipo de contacto ni con ella ni con su familia... Su desaparición tan repentina fue una de las dos razones principales por las cuales me vi en la obligación de aprender a buscar ya que nadie tenía respuestas sobre ella para mí. Muy extraño, lo sé... Y ni siquiera tuvimos tiempo de despedirnos. Esto es lo primero que escribo sobre ella, de hecho, nunca antes le había comentado a alguien eso por completo, no fuimos novios... Me duele no saber que le pasó, lo admito... Sólo espero que ella esté bien y que sea feliz donde quiera que vaya o ande... Y espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar, pero no para
unirse, sino para poder cumplir nuestra promesa de llegar a viejos y morir contándonos mutuamente nuestras historias, lo que fuimos, lo que hicimos y lo que vivimos. La extraño como amiga aunque la haya amado de otra forma mucho más fuerte.

 “Mis doce razones para amar”
 Rgmr, 12, mi número doce, le tengo un apodo “Mis doce razones para amar”... Dicen que la vida castiga tus errores volviéndote a ti un error fatal, y aprendí que es completamente cierto... Por eso me considero un error fatal, ambos tuvimos errores, eso es verdad pero el peor error de mi vida
fue no querer perdonar, eso es lo único de lo que hasta ahora me arrepiento en toda mi vida y me arrepentiré hasta que se extinga mi existencia. No negaré que me parte el alma extrañarla, y lo cierto es que no la necesito aquí aunque sí la necesito, verás no soy una persona egoísta y jamás
permitiría que alguien sacrificara su felicidad por un capricho mío. Ella nunca fue feliz a mi lado, no lo es y no lo será, y ahí es donde no la necesito, porque yo necesito que sea feliz...

 Verán, la alejé de mí de la peor manera y cuando menos debía hacerlo, eso la mató en vida. Y su muerte me provocó a mí algo mucho pero mucho peor... Estoy en un infierno literal que me castiga y me tortura cada día que puede. Recordar su nombre es llorar, sentir su olor en el aire y su aliento en mis manos es gritar, y el viento soplando en mis oídos es un diabólico susurro con su nombre.

 Voy a confesar una cosa, y es que ella es la protagonista de gran parte de mi literatura, verán un escritor escribe historias que imagina, eso es muy cierto... Pero yo no sólo he escrito historias que imagino con ella, no, yo escribo historias que se supone debimos vivir antes de contarlas, sonrío
cada vez que la imagino sonreírme en mi mente. Deseo lo mejor para ella, y lo mejor no soy yo.

 Un gran escritor que me gusta me enseñó qué, hay infinitos más grandes que otros, y que no puedes elegir si van a hacerte daño o no, pero si escoges quién te lastima... Ella me escogió a mí, y le estoy eternamente agradecido por ello, porque el haberle hecho demasiado daño me hizo comprender que también soy muy vulnerable, incluso a mis propias acciones... Pues cuando la herí, yo también me lastimé. Más que heridas, tengo cicatrices por ella que conservaré por todo el resto de mi vida.

 Convertirla en mi segundo amor es más que un homenaje, porque realmente lo sentí, quizá al momento, quizá muy temprano, o quizá muy tarde, pero así fue, lo sentí... El dolor más fuerte no es ese que se siente, no demanda ser sentido, el dolor más implacable es ese que se calla, que en silencio te tortura y te castiga de una maldita forma tan horrible, que en ocasiones deseas estar entre las fauces del mismo Cerbero, y sientes incluso que mereces al mismo infierno para ti, sólo para ti...

 Cierta noche, decidí alcoholizarme al máximo, y fue ahí cuando encontré esas doce razones para amarla... Se supone que quería guardarlas para mí, y para nadie más... Pero dada la oportunidad, creo que es hora de sacar fuera todo lo que siento... Indudablemente sería de gran ayuda hasta
para mí, y son:

 Razón número uno, es imposible no hablar de ella sin tomar en cuenta su gigantesca y enorme melena, llama demasiado la atención, eso es verdad... De hecho cerrar los ojos e inhalar profundamente es respirar ese olor tan suyo que tanto me mataba... Yo me enamoré de la fragancia de su cabello

Razón número dos, su mirada, nunca inspiró otra cosa que no fuese pureza, delicadeza e inocencia aún cuando muchas malas acciones daban a demostrar lo contrario... Es por eso que no puedo mirarla a los ojos otra vez, eso sería sin duda enamorarme nuevamente... Yo me enamoré de la bondad de sus ojos, y de ese brillito tan especial que me reflejaba a la perfección.

 Razón número tres, su piel, tan blanca como el mismo marfil y tan suave como la más ligera pluma acariciando la palma de tus manos... Así de sencillo, yo me enamoré de acariciarla.

 Razón número cuatro, su sonrisa, verla sonreírme como tonta era razón suficiente para yo sonreír como idiota... Y fue ahí cuando muy tarde comprendí que su sonrisa era la mía y viceversa... Yo me enamoré de la manera en que sus delicadas facciones dibujaban una perfecta sonrisa en mi rostro.

 Razón número cinco, sus labios, tras muchas lunas de desvelo buscando algo mucho más suave que su piel, me topé con sus labios, los cuales resultaron ser mucho más suaves, delicados y hermosos en comparación a miles de sonrisas juntas... Yo me enamoré de besarla, y de oírla hablarme.

 Razón número seis, su comprensión, era increíble, fue la primera persona que se esmero y se esforzó por entenderme y comprenderme cuando nadie más se atrevió a hacerlo, y más que eso, me apoyó y me respaldó en casi todo lo que pudo... Yo me enamoré de sus esfuerzos y de su muy pero muy bonito esmero.

 Razón número siete, su esperanza, fue lo último que perdió, la mantuvo hasta el final... Esperó por mucho tiempo a que un momento como este llegara, y que lo imbécil e idiota desapareciera de mí... Muy tarde, lo sé lo sé... Pero no puedo evitarlo... Yo me enamoré de su paciencia.

 Razón número ocho, sus errores, me enamoré de sus errores porque eran parte de ella, nadie es perfecto, sé que cometí un gran error al esperar que ella lo fuera, pero muy tarde me miré en el espejo... Yo me enamoré de sus defectos.

 Razón número nueve, sus promesas rotas, falló sus promesas al igual que yo, pero... Yo me enamoré de todos sus esfuerzos por cumplirlas.

 Razón número diez, sentarse en la orilla de la playa, cerrar los ojos y relajarse oyendo el sonido de las olas, con el viento y el mar susurrando palabras en tu oído... Ese, es un intento de explicación gráfica sobre su voz cuando ella me susurraba al oído que me amaba... Yo me enamoré de eso, me enamoré de su voz, la perfección hecha defectos.

 Razón número once, porque me valoró cuando pudo y no cuando quiso hacerlo... Y me enseñó que el tiempo corre y que a veces es demasiado tarde para aprender a valorar... Yo me enamoré de eso, de cuanto me valoraba cuando yo no lo hacía con ella.

  Razón número doce, porque me amaba, yo no me enamoré de lo que ella sentía por mí, porque aunque no lo valoré, siempre lo respeté... Yo me enamoré de lo bonito que ella puede llegar a sentir.

 Quizá escribir sobre ella no haya sido correcto, pues quizá cuando esté leyendo esto sus ojos estén llenos de lágrimas y no quiero eso, me juré a mi mismo que no permitiría que ella nunca más derramara una sola lágrima por mí, y nunca he fallado una promesa, así que si me lees, aunque lo dudo... Espero que me ayudes a cumplirla greñuda. Sé que no lo merezco en lo
absoluto, pero estoy en la obligación de esperar a qué algún día me perdones por no perdonarte, y de igual manera estoy en la obligación de esperar dejar de odiarte. Me tomé la libertad de sólo mencionar lo bonito.

 “Mi pequeño jardín”
 Rdjbg, 27, mi número 27, mi 27 de la suerte, el error aquí fue intentar arrancar las rosas sin haber cortado las espinas... Pero amé de verdad, y fue tanta la intensidad y la emoción por hacerlo, que juraría que ni los más catastróficos terremotos, maremotos y tempestades, se podrían comparar
con ello, voy a admitir algo muy pero muy cierto, a veces el tiempo no decide cuando te enamoras, ni por cuanto, pero si decide por la llama. ¿Con cuanta intensidad quema tu amor? Es una respuesta que sólo el tiempo puede darte, así qué con todas las de la ley admito que lo que yo sentía quemaba con la intensidad de miles de soles en el infierno.

 Ella sabe lo que sentí, y sabe lo que ahora siento por ella. Ambos aceptamos que el pasado es pasado, que tenemos un presente y un futuro... Promesa es promesa, y como dije, nunca antes he roto una.

 Realmente podría continuar escribiendo mucho aquí... Pero no quiero que me conozcas en una lectura, no mientras continúe siendo una persona de carne y hueso. Gracias por haber leído este algo así cómo un monólogo, y por hacer el intento en conocerme.  Gracias.

José Javier Barreto Curbata.

lunes, 5 de enero de 2015

El cigarrillo.



14 de diciembre del 2014, 3:31 am.




  • ¿Entonces? ¿Cual dices que fue el problema, Javier? - me preguntó el señor Grey mientras me miraba fijamente y vaciaba el contenido de su vaso en su boca.
  • Ya lo he dicho señor Grey, probablemente no logré entenderla a tiempo. Siento que ya debería dejarla ir, es lo correcto, creo – dije forzando una sonrisa.
  • No es correcto forzarte a hacer lo contrario de lo que sientes – dijo Gus, sonriendo.
  • Yo me declaro culpable de ser impulsivo, y de hacer gilipolleses que me han costado caro – dijo Hache, vertiendo luego un buen trago de whisky en su interior -. Eso me ha enseñado que a veces, hacer lo que sientes no es hacer lo correcto – continuó.
  • Siempre hay luz en la oscuridad, de igual manera oscuridad en la luz – dijo el señor Grey -. Así pues, está escrito que, ¡A la mierda! Toda “mala” acción siempre lleva un poco de buena intención – continuó de manera seria y golpeando la mesa con su vaso vacío.
  • A veces malas acciones son llevadas a cabo por buenas razones – dijo Travis Maddox, mirándome -. Y con buenas intenciones claro – continuó, tomando luego un buen trago de whisky.
  • No lo sé – dije mirando a los demás.



Gus se mostraba radiante, aunque la verdad se notaba en su cara que había algo que le dolía mucho más de lo que parecía dolerle. Christian no perdía su elegancia aunque el 80% de su cuerpo estuviese realmente alcoholizado. Travis, Cuatro y Patch parecían estar sanos, aunque sus miradas hablaban por si solas. Hache era el único del grupo que parecía estar realmente feliz, algo bastante típico en el, según parecía. Y no hablaré de mi estado, pues yo sí que estaba realmente mal.



  • Dejar ir... - dijo Gus, esbozando luego una ligera y delicada sonrisa, mientras miraba al vacío.
  • Esa, tiende a ser la muestra de afecto más grande, amigo mío – dijo Patch, mientras colocaba luego su brazo en el hombro de Gus. Quién bajó la mirada lentamente.
  • ¿Aún no lo superas? - preguntó un Travis curioso.
  • Tal vez ya lo superó, pero es inevitable recordar – dije -. Recordar momentos también suele ser recordar sentimientos – continué.
  • Paciencia, colega... Se van a reunir – dijo Hache -. Al final, siempre nos reunimos al final del camino.
  • ¿En donde estamos? - preguntó Gus -. ¿Como sé que ella vendrá?
  • Estamos en un lugar sin privilegios al que cualquiera puede entrar – respondió Cuatro.
  • ¿Cualquiera? - replicó Gus.
  • Cualquiera tiene imaginación – dije.
  • ¿Por que estamos aquí? - preguntó Gus, un tanto curioso quizá.
  • Hache, como siempre, acaba de cagarla en su nueva relación – dijo Hache, mientras bebía un vaso entero de whisky de un solo golpe.
  • Travis y yo necesitábamos un trago – dijo Cuatro.
  • Grey es cliente fijo aquí – dijo Patch -. Y yo... Bueno, buena pregunta, no sé porque estoy aquí.
  • ¿Que hay de ti, Javier? ¿Por qué estás aquí? - preguntó Gus.
  • Probablemente vine a conocerlos – respondí.



Gus me miró durante varios segundos, en silencio, fijamente. Luego miró a todos en la mesa, y por fin habló tras varios minutos de silencio.



  • Ninguno en esta mesa conoce la historia del otro... - decía -. Creo que la razón por la cual todos nos reunimos esta madrugada es esa, somos una misma historia y estamos en el deber de unificarla... Cada uno de nosotros tiene un problema y necesitaba por la fuerza cierto empujoncito...
  • ¡Yo tengo 50! - le interrumpió Christian Grey.
  • Nunca he encendido un cigarrillo... Ni antes, ni después de ya saben qué... - continuó Gus, haciendo caso omiso del señor Grey.
  • ¿Que pretendes hacer? - preguntó Travis.
  • Es simple, todos aquí estamos lo suficientemente llenos de whisky como para dedicarnos un momento a lo que sentimos, aquí – dijo colocando su mano en el pecho -. Eso debe salir, el dolor demanda ser sentido.
  • Veo que se te ha quedado la frase colada, colega – dijo Hache, en referencia a la frase que había dicho Gus.
  • Grandes personas nos enseñan grandes lecciones – dijo Gus -. O nos piden leer un gran libro.
  • Supongamos que enciendas un cigarrillo, Waters, ¿que pasa con eso? - preguntó Patch.
  • Podemos cada uno de nosotros dar una bocanada, mientras contamos nuestra historia al grupo – respondió Gus.
  • Me parece estupendo – dije -. Necesito un cigarrillo... Este oxígeno me está matando.




Gus pidió que el grupo formara un semicírculo y encendió el cigarrillo, a la vista de todos... Y fue el primero en contar su historia mientras le daba ligeras bocanadas que liberaba cual experimentado fumador treintañero que aunque lo había dejado, no había olvidado como hacerlo. La historia de Augustus Waters es realmente conmovedora... No me dedicaré a contar los detalles pues creo que ustedes la conocen mejor que yo, solo puedo añadir que Hazel Grace, el amor de su vida. Le dejó ir... Pero Gus aquí le está esperando. Las historias de Travis y Cuatro, eran un tanto diferentes, poco conmovedoras pero en lo que a mi concierne... Bastante alentadoras. Hache fue el cuarto en contar su historia... O bueno... Sus historias, el problema de Hache era que, no sabía como no cometer un error. Patch fue el quinto, admito que esta fue de las historias más misteriosas que oí. Patch contaba su historia con mucho misterio y se notaba a leguas, que el misterio en su historia era él y solo él. La historia del señor Grey, no era precisamente diferente a la mía... Ambos tenemos un problema... O 50, el punto es que, Christian Grey ya estaba aprendiendo a dejar todas sus obsesiones de lado... Y fue ahí cuando caí en cuenta... Todos en esta mesa, estábamos ahí porque nos necesitábamos tanto al uno como al otro, esta historia se narraba en un punto indeterminado en el cual cada uno de nosotros necesitaba un amigo. Aunque conocíamos la hora y la fecha, estábamos seguros de que estábamos perdidos en el tiempo. Cuando el señor Grey me pasó lo que quedaba del cigarrillo, pude notar que únicamente le quedaban un par de bocanadas...



  • Bien... - dije antes de dar la primera bocanada -. A veces, tan solo a veces, tiendes a enamorarte rápidamente, pero muy despacio... - dije luego de soltar una ligera cantidad de humo de mi boca -. Las mejores historias no son las que se escriben y son leídas, no. Las mejores historias son aquellas que vives sin derecho a vivirlas nuevamente... Y digo derecho porque es necesario extrañar a aquello que ya has perdido... Sino, ¿como sabrías que realmente ha sido amor? Mi problema es que estoy enamorado, y no sé si ella siente lo mismo por mi, sé que tiende a ser algo típico... Pero hay un detalle que tomo demasiado en cuenta... Yo le importo, le importo más de lo que, según ella, debería hacerlo. Y eso me hace sentir que soy correspondido y precisamente eso es aquello que me hace demasiado daño... ¿Saben? El enamorado no sufre por aquello que siente, el enamorado sufre por aquello que cree que sienten y por eso, es necesario que te lo demuestren... Y ella nunca demostró nada. Me rechazó, según ella no siente la necesidad de estar conmigo, y no le culpo, soy un maldito desastre... Solíamos hablar todas las noches, y lo malditamente absurdo, es que incluso después de eso, aún lo seguimos haciendo... Y no sé si sea lo correcto, el amor es complicado, y bipolar... Cuando ya no quieres sentir algo por alguien, obviamente buscas como superarle... ¿Pero como alejas literalmente a aquello que siempre está a un lado de ti? ¡Joder! Es difícil... Pero si la alejo, la extraño, y si la extraño, sé muy bien que voy a amarla mucho más... Chicos... Creo que estoy enamorado, y me cuesta aceptarlo ya qué, nunca nos hemos mirado fijamente, ni besado, he incluso creo que jamás he sentido la calidez y la suavidad de sus manos en las mías... Lo cual es patético... Soy un enfermo, No me siento preparado para amarla y a la vez, tampoco me siento preparado para olvidarla. ¿Ven? El amor es absurdamente bipolar, te hace sentir una cosa, y luego que hacer lo contrario es lo correcto cuando a la vez, hacer lo correcto es no hacerlo. Yo sé muy bien que el alcohol no ahoga las penas, y que tampoco lo hace el humo... Pero... ¿Saben? Sí que ayudan a apartar, y eso es lo correcto... Uno debe apartar lo que siente por alguien si lo que quiere es superarle. Ese es el maldito secreto del “amor”, el amor, es correr en círculos sabiendo que saltar fuera del circulo es lo correcto, y lo necesario... A duras penas, claro. Pero yo quiero intentar algo con ella, tengo fe en la fe de mi corazón. Sé que es absurdo, y que he dicho que me ha rechazado, el problema es que no sé si ella realmente lo ha hecho... Es decir, lo hace, pero no lo demuestra... Salta al vacío desde el punto más cercano al cielo y luego tira del paracaídas, eso es lo que ella hace, y yo no sé que hacer... No le ruego por una oportunidad, de hecho no lo hago, ni sé que hago. No la enamoro, no la tengo conmigo, no la supero... Bendito alcohol y bendito humo. No saben cuanto daría por saber lo que ella siente por mí... Eso sería correctamente lo correcto, y sé que mi aliento no solo apesta a alcohol ahora, también lo hace a sentimientos y es ese mi problema, no estoy acostumbrado a derrochar lo que siento, ¡Maldita sea!



Cuando terminé de hablar, di una leve bocanada delicadamente y luego liberé el humo, noté que el cigarrillo aún se mantenía encendido, así que estaba casi seguro de que aún me quedaba una bocanada más. No quise fumarla, pero tampoco quise hablar, así que me dediqué a mirar la colilla del cigarrillo por varios minutos, en silencio.



  • Un hombre enamorado no solo puede sentir lo que siente, sino además lo que sienten por el – dijo Hache, rompiendo el silencio.
  • Supongo – dije.
  • ¿Que crees que sienten por ti? - preguntó Cuatro.
  • No lo sé... - respondí.
  • ¿Te ha dicho lo que eres o significas para ella? - preguntó Travis.
  • Solo soy uno más, ni siquiera sé si amigo, ni siquiera creo ser importante, tampoco creo interesar – respondí.
  • Las humanas sufridas y su mala costumbre de cerrarse al resto de los humanos, típico – dijo Patch.
  • No la dejes ir – dijo de pronto, Gus -. Lucha por quedarte, hazlo hasta el final.



Cuando Augustus Waters se atrevía a decirme algo, podía sentir que tenía toda la razón y era justo lo que yo debía hacer pues, estaba seguro de que él, era quién más me entendía entre aquellos que estábamos en la mesa.



  • Tienes que buscar la manera, debe haber alguna – añadió Gus.
  • La necesito, Gus, la necesito... - dije.
  • Si la necesitas es porque ella también te necesita a ti – dijo Cuatro.
  • Pero... Si lo hace... Si te necesita... ¿Por que rayos no te lo dice y se queda callada? - preguntó Patch.
  • Es la maldición de la inseguridad, típica y patética, así son ellas. Las chicas, digo, inseguras aún cuando le ofreces una total y plena seguridad – dijo el señor Grey.
  • ¿Que vas a hacer? - preguntó Gus.
  • No puedo dejarla ir, pero tampoco es correcto que se quede, Gus – respondí.



Gus me miraba serio, y ladeaba su cabeza lentamente mientras fruncía sus labios.



  • Necesito un momento – dije, y me levanté de la mesa.



Salí por la puerta trasera del Bar, estaba ahora en un callejón, era en donde la basura del Bar tenía su lugar supongo. Al notar que no había nadie, rompí a llorar en silencio, con la colilla del cigarrillo aún en mi mano, aún me quedaba una ligera bocanada, y estaba pensando en fumarla, el problema era que ese bendito nudo en mi garganta me impedía hacer muchas cosas... Recordé que en mi bolsillo tenía una nota de ella, en la cual había algo escrito, se que era algo corto, quizá unas 10 palabras lo cual parecía mucho y hasta exagerado pero era cierto. La escribió y la colocó en mi bolsillo cuando le pedí mostrarme sus sentimientos, y luego se marchó sin despedirse siquiera... No me atrevía a leerla, pues la frialdad de sus acciones me hacían pensar que un “No eres nada”, o quizá “Largo de mi vida” era aquello que había escrito. Saqué la nota de mi bolsillo, dispuesto a echarla en un pequeño contenedor de basura, y justo cuando tras arrugarla, la iba a lanzar, una voz me detuvo...



  • Si yo fuera tú, la leería en voz alta – dijo la voz, sonaba algo arrogante y hasta egocéntrica quizá.
  • Y si yo fuera tú, no espiaría hombres – dije sin girarme.
  • ¿Te vas a fumar esa colilla? - preguntó.
  • Quizá... Pero creo que solo queda una bocanada - respondí, y luego me di la vuelta.



Era un chico alto, rubio, cabello largo y ojos azules. Le miraba confundido, pues se me hacía familiarmente conocido. El me miró fijamente.



  • Una bocanada es una bocanada – dijo -. Jace, el cazador de sombras más grande que ha existido.
  • ¿Es complicado tu apellido? - pregunté en tono de broma.
  • No realmente... Herondale, Wayland, Morgenstern, Lightwood, tengo para escoger – respondió en tono sarcástico.
  • Es un placer, Jace – dije.
  • ¿Y tú eres? - preguntó un tanto extrañado.
  • Ah, no te preocupes, soy nuevo, Javier Barreto... - respondí.
  • ¿Que ibas a hacer con esa nota, Javier? - preguntó Jace.
  • Botarla, junto a lo que siento – respondí.
  • Que patético – dijo.
  • Lo sé – dije asintiendo con mi cabeza.
  • ¿Por qué no la lees? - preguntó.
  • ¿Para qué leer algo sobre lo cual ya sabes que está escrito? - respondí preguntando.
  • Quizá sepas lo que dice, pero no lo que realmente quiere decir – dijo Jace -. A veces lo que decimos no es lo que queremos expresar.
  • Siempre hay un quizá – dije.
  • ¿Entonces que esperas? - preguntó -. ¡Leela!



Me di la ultima bocanada del cigarrillo, y tras liberar el humo, arrojé la colilla dentro del contenedor junto a la nota sin leerla. Me di media vuelta y cuando estaba a punto de entrar al Bar, sentí que me tomaban del brazo, me giré, y en efecto, Jace me tomaba del brazo.



  • Mira dentro – me dijo.



Miré dentro del contenedor de basura y noté que la nota estaba encima de la colilla del cigarrillo que aún permanecía encendida y aún así, no se quemaba. Metí mi mano y saqué la nota. La abrí, mientras miraba a Jace quién me miraba fijamente. Mi corazón latía a mil por hora, he de admitirlo, ya no estaba seguro de lo que esa nota decía... Hasta que la abrí... Antes de leerla, levanté mi mirada al cielo preguntando, “¿Que es lo que soy para ti?”, como esperando hallar una respuesta en esa nota, y la miré.



Eres una de las mejores cosas que me han pasado”



Miré a Jace, tratando de contener la emoción aunque el se mostraba frío. Jace caminó lentamente hacia mí y el contenedor de basura. Y sacó la colilla del cigarrillo, puso su mano en mi pecho y dijo.



  • La colilla del cigarrillo aún está encendida – en tono serio -. ¿No?
  • Gracias – dije tras una sonrisa leve.
  • Agradecelo junto a ella, cuando estés con ella – dijo.



No me costó mucho entenderlo, la verdad. Mientras la colilla del cigarrillo aún esté encendida podrás darle con gusto una nueva bocanada... Mientras sientas lo que sientas por alguien, debes tener esperanza... Mientras lo sientas, siéntelo y no te rindas... Apartate solo cuando se apague el cigarrillo...





Continuará...



Nota: Cualquier parecido con algo conocido, es mera coincidencia.