sábado, 24 de enero de 2015

Algo así cómo un monólogo

 Hola, si tomaste la decisión de entrar aquí y leer esto es porque quieres conocerme... O entenderme, supongo. Verás, escribí esto con una sola intención, y es que deseo que halles las respuestas que buscas, dicho esto, pues bien, empecemos por el principio... 29 de enero de 1995, un día normal, como cualquier otro y sin sumarle importancia al asunto, a las 00:27 (12:27 AM en formato de 12 horas) nací sin siquiera decidirlo... José Javier es mi nombre, y claro que aunque sea un nombre común y corriente, es bastante agradable incluso para mí, me gusta mi nombre, no tengo quejas
por él aunque sí las tengo sobre mis muchos apodos...

 Desde pequeño sentí cierta atracción hacia lo paranormal, y lo absolutamente cierto es que fue lo que busqué cuando, noté que mi familia (Sin sentir remordimiento alguno) conmigo siempre era una maldición, no soy un malagradecido, agradezco lo poco que se me ha ofrecido, así como también agradezco la voluntad y la convicción que llevo en las venas. Agradezco también una cosa, la falta de “familia” en mí, eso me ha hecho lo que soy... Siempre me he preguntado por las raíces de mi mente, y todos los caminos me llevan al mismo sitio, es cierto, la gente de la cual llevo sangre es increíblemente numerosa pero sin duda esos números no me rodean, pero tranquilos, nunca me han hecho falta, me considero algo o alguien independiente, de hecho me incomodaba el estar rodeado de personas, e incluso en medio de la más clara oscuridad podía sentir más que frío, y
cuando muchos sentían soledad juraría que lo que yo sentía era una cálida y agradable compañía.

De hecho, aprendí muchas cosas en ese lado de la cama. Por cierto, olvidé añadir que haber nacido un día Domingo 29 a las 12:27 AM o 00:27 en horario militar, significó mucho para mí, 27 es mi número de la suerte, juro sentir que tiene otro tipo de significado y algún día voy a descifrarlo.

 Siempre he sido bastante apasionado y entregado, de hecho, mi vida solía girar en torno y por completo a una pasión, o bueno, un deporte especifico... El béisbol, lo conocí gracias a mi abuelo, y a toda mi familia obsesivamente fanática a este deporte. Soñé con ser Pro algún día, en realidad lo hacía toda mi familia, pero mi sueño o debo decir, su sueño se truncó gracias a una lesión en mi brazo izquierdo... No contaré los detalles de ella, ni los detalles sobre el largo camino que recorrí en él, y lo lejos que pude haber llegado bla bla bla, puede que para algunos sacrificar parte de mi infancia les parezca en vano, ya qué esa bendita lesión acabó con todo lo que lentamente se construía... Pero que va, no, valió la pena... Conocí a muchas personas, hice muchos amigos, viajé mucho y pues, tuve una linda infancia a pesar de todo... Pero, aquí entre nos... Lo hice adrede, ese tipo de vida no era para
mí.

 Pasado ya un buen tiempo, me refugié en quienes hasta el sol de hoy han dividido mi corazón. La música y la literatura, claro qué me inclino más en la literatura porque es mucho más expresiva que otras maneras de desahogo, y sí, antes lo hacía para desahogarme... Pero con el tiempo comprendí que
la literatura es más que eso, la literatura, es en base un amor profundo a las letras y por encima de eso, una ciencia inexplicable, eso me ha enseñado a creer en lo extraordinario, en lo fuera de lo común, en lo que nadie entiende, en lo que no puede ser comprendido.

 Hay mentiras y verdades realmente curiosas, como por ejemplo, mentiría si digo que no me he enamorado de verdad pues, luego de mucho auto-análisis sobre lo que sentía, llegué a la breve conclusión de que sí me he enamorado. Pocas veces, sí, pero he llegado a ese clímax utópico totalmente diferente a lo que es ilusionarse. Es cierto, todos nos ilusionamos de vez en cuando,
pero... ¿Cuantos pueden decir con el corazón en la mano que se han enamorado de verdad? Yo levanto las manos, porque sí, he llegado a sentir eso... Pero aún no hablaré de ellas... Vayamos un poco más despacio y dejemos eso para el final, amigos... Amigos de verdad, sí, tengo un par de esos. Quizá dos o tres personas son aquellas en las que tengo mi fe y mi confianza puesta ciegamente en ellas... Pero no daré detalles sobre estas personas, no quiero que sepan que me tienen en sus manos. Me he llevado demasiadas decepciones, tanto como para querer considerar eliminar la palabra “confianza” de mi diccionario sentimental, pero siempre llega alguien que te hace cambiar de opinión en el momento cumbre de ello... Alguien que te dice: “Hey conóceme, estoy aquí, puedes confiar en
mí”, y por estas personas es qué soy otra exageradamente confiada, así como unas pocas me hicieron sentir que podía confiar de verdad, quiero que los que están a mi alrededor sientan que pueden confiar en mi.

 Hasta el sol de hoy me arrepiento de una sola cosa en toda mi vida, pero más adelante hablaré sobre ella... Soy una persona extremadamente rencorosa y vengativa, aunque mi literatura sea puro amor, yo soy todo lo contrario, soy odio puro... Se me hace mucho más fácil odiar a una persona que aprender a confiar en ella, hay que ser realistas, nos tocó vivir en la peor época de todas, donde la escuela no es un templo de aprendizaje, y se asiste más por obligación que por hacer el intento de aprender algo siquiera, donde los valores son un mito y se carece de aquello
que pocos tienen, sentimientos. Yo tengo para regalar, y creo qué a veces es bueno ser demasiado sentimental, porque los sentimientos te mantienen cuerdo y aunque no tengas los pies en la tierra, debo confesar que para mí, es la mejor realidad de todas, e incluso puedes hacer cosas que nunca
creíste que harías, es como otro tipo de ciencia inexplicable, ser sentimental es como ser mágico de verdad... Pero claro, eso no me exonera de muchas otras cosas abominables, como por ejemplo el hecho de que puedo llegar a ser muy manipulador si así lo deseo, una habilidad que claro no
suelo usar con frecuencia, y no miento para quedar bien ante usted que me lee y me está conociendo, digo la verdad porque realmente es un arma de doble filo muy peligrosa, incluso para mí.

 Me consideraría a mucha honra una buena persona, pero aunque muchos digan que lo soy por mis acciones, yo no lo veo así, veo demasiado odio en mí como para considerarme una buena persona, y no es autoestima, mi autoestima está justo en el nivel adecuado... Creo que eso se debe a la larga cadena de decepciones que me ha tocado enfrentar de manera consecutiva.

Tengo una extraña manía... Me gustan las sonrisas forzadas, sí, hablo de esas sonrisas que hacen que cualquier rostro, incluso por muy adorable que parezca, cambie al de un psicópata asesino serial, espero que me entiendas. Espero de igual manera, no ser la única persona en el mundo que se animaba con el arte bizarro de escribir con sangre en las paredes. ¿Nadie más lo hacía? ¿No? Bueno, para mí sigue siendo algo normal, verán cuando era más joven, rompía con los dientes las yemas de mis dedos para escribir en las paredes, oscuro, es verdad... Pero puedo asegurarles que no tiene nada que ver con pactos satánicos ni ritos demonólogos. Tuve problemas con mi familia por eso, e incluso visité en varias sesiones a una psicóloga, la cual en realidad sólo ayudó a qué no quisiera volver a romperme las yemas de los dedos nunca más. Pero claro, escribir con mi sangre en las paredes ya era una rutina más que una adicción, y reinventando mis gustos e intereses, aprendí que con una pluma puedes escribir mucho mejor sólo que claro, necesitaras más sangre... Y ahí fue cuando comencé a rajar mis venas, era sencillo, pasaba la hojilla fuertemente por encima de mis muñecas y sentía la sangre recorrer mis brazos dejándola caer en un pequeño envase de vidrio que colocaba debajo... Así podía continuar escribiendo.

 Con el tiempo, me volví un cobarde al no querer dejar las benditas cortadas, y era claro que ya no lo hacía para escribir con mi sangre en las paredes... Aún hay mucho odio en mí, demasiado realmente... Y hasta el sol de hoy sigo buscando la respuesta a mis cicatrices, y sólo puedo pensar que lo hacía para liberar más odio... Pero no lo concluyo, sólo lo intuyo...

Tengo que admitir una cosa más, y es que mi atracción hacia lo paranormal me hizo adquirir una habilidad muy extraña... Aunque no lo creas, yo puedo sentir lo que tú sientes, en ocasiones. Sé que es muy extraño, pero esa es otra de las razones por la cual puedo ganarme la confianza de la gente rápidamente, mi habilidad para entender por mucho a las personas, se basa en eso. Quizá te espante un poco, pero te pido que me creas, y sí no, pues adelante, puedes comprobarlo por tu cuenta. Me gustaría aclarar que no leo los sentimientos de los demás, ni los interpretó a mi manera, no... Yo lo siento, tal cual como lo sientes tú.

Otro aspecto que estaría encantado de destacar es qué, no puedo evitar sacar conclusiones apresuradas a las cosas, tanto a mis problemas como a los del resto, creo que mi mente piensa demasiado rápido, busca alternativas de todo tipo y me obliga a creer por la fuerza las más increíbles y poco cuerdas conclusiones... Aunque confieso que en ocasiones me divierte y mucho.

 También puedo ser el tipo más paciente del mundo, pero créeme, ni a ti ni a mí nos conviene hacerme estallar de rabia, soy un volcán de leones dormidos... Tengo más orgullo que personalidad incluso, mi orgullo tiene orgullo y su orgullo es más orgulloso que yo, dejo pasar, “colar” como dicen algunos, pero es difícil que perdone... Aún continuó buscando la formula para aprender a perdonar.

 Pocas personas han conseguido marcarme de verdad... Y cómo dije anteriormente, sí, he sentido amor de verdad y creo que ya es hora de hablar sobre él...  Lógicamente, empecemos por el principio:

“Lo qué el viento se llevó”
 Jdlajr, 01, mi número uno, mi primer gran amor, la primera vez que me enamoré de verdad y juro qué no era una simple ilusión... Vivimos muchas cosas, soñamos otras más e imaginamos tantos futuros y tantas vidas juntos que nos olvidamos por completo de la realidad... Y la realidad es qué, no sé que fue de mi ángel, el viento se la llevó demasiado lejos.

 Cierto día desperté con ganas de visitarla, fui a su casa y me encontré con que su familia se había mudado a no sé donde y hasta el sol de hoy no tengo la menor idea de su paradero, ni siquiera quedé con algún tipo de contacto ni con ella ni con su familia... Su desaparición tan repentina fue una de las dos razones principales por las cuales me vi en la obligación de aprender a buscar ya que nadie tenía respuestas sobre ella para mí. Muy extraño, lo sé... Y ni siquiera tuvimos tiempo de despedirnos. Esto es lo primero que escribo sobre ella, de hecho, nunca antes le había comentado a alguien eso por completo, no fuimos novios... Me duele no saber que le pasó, lo admito... Sólo espero que ella esté bien y que sea feliz donde quiera que vaya o ande... Y espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar, pero no para
unirse, sino para poder cumplir nuestra promesa de llegar a viejos y morir contándonos mutuamente nuestras historias, lo que fuimos, lo que hicimos y lo que vivimos. La extraño como amiga aunque la haya amado de otra forma mucho más fuerte.

 “Mis doce razones para amar”
 Rgmr, 12, mi número doce, le tengo un apodo “Mis doce razones para amar”... Dicen que la vida castiga tus errores volviéndote a ti un error fatal, y aprendí que es completamente cierto... Por eso me considero un error fatal, ambos tuvimos errores, eso es verdad pero el peor error de mi vida
fue no querer perdonar, eso es lo único de lo que hasta ahora me arrepiento en toda mi vida y me arrepentiré hasta que se extinga mi existencia. No negaré que me parte el alma extrañarla, y lo cierto es que no la necesito aquí aunque sí la necesito, verás no soy una persona egoísta y jamás
permitiría que alguien sacrificara su felicidad por un capricho mío. Ella nunca fue feliz a mi lado, no lo es y no lo será, y ahí es donde no la necesito, porque yo necesito que sea feliz...

 Verán, la alejé de mí de la peor manera y cuando menos debía hacerlo, eso la mató en vida. Y su muerte me provocó a mí algo mucho pero mucho peor... Estoy en un infierno literal que me castiga y me tortura cada día que puede. Recordar su nombre es llorar, sentir su olor en el aire y su aliento en mis manos es gritar, y el viento soplando en mis oídos es un diabólico susurro con su nombre.

 Voy a confesar una cosa, y es que ella es la protagonista de gran parte de mi literatura, verán un escritor escribe historias que imagina, eso es muy cierto... Pero yo no sólo he escrito historias que imagino con ella, no, yo escribo historias que se supone debimos vivir antes de contarlas, sonrío
cada vez que la imagino sonreírme en mi mente. Deseo lo mejor para ella, y lo mejor no soy yo.

 Un gran escritor que me gusta me enseñó qué, hay infinitos más grandes que otros, y que no puedes elegir si van a hacerte daño o no, pero si escoges quién te lastima... Ella me escogió a mí, y le estoy eternamente agradecido por ello, porque el haberle hecho demasiado daño me hizo comprender que también soy muy vulnerable, incluso a mis propias acciones... Pues cuando la herí, yo también me lastimé. Más que heridas, tengo cicatrices por ella que conservaré por todo el resto de mi vida.

 Convertirla en mi segundo amor es más que un homenaje, porque realmente lo sentí, quizá al momento, quizá muy temprano, o quizá muy tarde, pero así fue, lo sentí... El dolor más fuerte no es ese que se siente, no demanda ser sentido, el dolor más implacable es ese que se calla, que en silencio te tortura y te castiga de una maldita forma tan horrible, que en ocasiones deseas estar entre las fauces del mismo Cerbero, y sientes incluso que mereces al mismo infierno para ti, sólo para ti...

 Cierta noche, decidí alcoholizarme al máximo, y fue ahí cuando encontré esas doce razones para amarla... Se supone que quería guardarlas para mí, y para nadie más... Pero dada la oportunidad, creo que es hora de sacar fuera todo lo que siento... Indudablemente sería de gran ayuda hasta
para mí, y son:

 Razón número uno, es imposible no hablar de ella sin tomar en cuenta su gigantesca y enorme melena, llama demasiado la atención, eso es verdad... De hecho cerrar los ojos e inhalar profundamente es respirar ese olor tan suyo que tanto me mataba... Yo me enamoré de la fragancia de su cabello

Razón número dos, su mirada, nunca inspiró otra cosa que no fuese pureza, delicadeza e inocencia aún cuando muchas malas acciones daban a demostrar lo contrario... Es por eso que no puedo mirarla a los ojos otra vez, eso sería sin duda enamorarme nuevamente... Yo me enamoré de la bondad de sus ojos, y de ese brillito tan especial que me reflejaba a la perfección.

 Razón número tres, su piel, tan blanca como el mismo marfil y tan suave como la más ligera pluma acariciando la palma de tus manos... Así de sencillo, yo me enamoré de acariciarla.

 Razón número cuatro, su sonrisa, verla sonreírme como tonta era razón suficiente para yo sonreír como idiota... Y fue ahí cuando muy tarde comprendí que su sonrisa era la mía y viceversa... Yo me enamoré de la manera en que sus delicadas facciones dibujaban una perfecta sonrisa en mi rostro.

 Razón número cinco, sus labios, tras muchas lunas de desvelo buscando algo mucho más suave que su piel, me topé con sus labios, los cuales resultaron ser mucho más suaves, delicados y hermosos en comparación a miles de sonrisas juntas... Yo me enamoré de besarla, y de oírla hablarme.

 Razón número seis, su comprensión, era increíble, fue la primera persona que se esmero y se esforzó por entenderme y comprenderme cuando nadie más se atrevió a hacerlo, y más que eso, me apoyó y me respaldó en casi todo lo que pudo... Yo me enamoré de sus esfuerzos y de su muy pero muy bonito esmero.

 Razón número siete, su esperanza, fue lo último que perdió, la mantuvo hasta el final... Esperó por mucho tiempo a que un momento como este llegara, y que lo imbécil e idiota desapareciera de mí... Muy tarde, lo sé lo sé... Pero no puedo evitarlo... Yo me enamoré de su paciencia.

 Razón número ocho, sus errores, me enamoré de sus errores porque eran parte de ella, nadie es perfecto, sé que cometí un gran error al esperar que ella lo fuera, pero muy tarde me miré en el espejo... Yo me enamoré de sus defectos.

 Razón número nueve, sus promesas rotas, falló sus promesas al igual que yo, pero... Yo me enamoré de todos sus esfuerzos por cumplirlas.

 Razón número diez, sentarse en la orilla de la playa, cerrar los ojos y relajarse oyendo el sonido de las olas, con el viento y el mar susurrando palabras en tu oído... Ese, es un intento de explicación gráfica sobre su voz cuando ella me susurraba al oído que me amaba... Yo me enamoré de eso, me enamoré de su voz, la perfección hecha defectos.

 Razón número once, porque me valoró cuando pudo y no cuando quiso hacerlo... Y me enseñó que el tiempo corre y que a veces es demasiado tarde para aprender a valorar... Yo me enamoré de eso, de cuanto me valoraba cuando yo no lo hacía con ella.

  Razón número doce, porque me amaba, yo no me enamoré de lo que ella sentía por mí, porque aunque no lo valoré, siempre lo respeté... Yo me enamoré de lo bonito que ella puede llegar a sentir.

 Quizá escribir sobre ella no haya sido correcto, pues quizá cuando esté leyendo esto sus ojos estén llenos de lágrimas y no quiero eso, me juré a mi mismo que no permitiría que ella nunca más derramara una sola lágrima por mí, y nunca he fallado una promesa, así que si me lees, aunque lo dudo... Espero que me ayudes a cumplirla greñuda. Sé que no lo merezco en lo
absoluto, pero estoy en la obligación de esperar a qué algún día me perdones por no perdonarte, y de igual manera estoy en la obligación de esperar dejar de odiarte. Me tomé la libertad de sólo mencionar lo bonito.

 “Mi pequeño jardín”
 Rdjbg, 27, mi número 27, mi 27 de la suerte, el error aquí fue intentar arrancar las rosas sin haber cortado las espinas... Pero amé de verdad, y fue tanta la intensidad y la emoción por hacerlo, que juraría que ni los más catastróficos terremotos, maremotos y tempestades, se podrían comparar
con ello, voy a admitir algo muy pero muy cierto, a veces el tiempo no decide cuando te enamoras, ni por cuanto, pero si decide por la llama. ¿Con cuanta intensidad quema tu amor? Es una respuesta que sólo el tiempo puede darte, así qué con todas las de la ley admito que lo que yo sentía quemaba con la intensidad de miles de soles en el infierno.

 Ella sabe lo que sentí, y sabe lo que ahora siento por ella. Ambos aceptamos que el pasado es pasado, que tenemos un presente y un futuro... Promesa es promesa, y como dije, nunca antes he roto una.

 Realmente podría continuar escribiendo mucho aquí... Pero no quiero que me conozcas en una lectura, no mientras continúe siendo una persona de carne y hueso. Gracias por haber leído este algo así cómo un monólogo, y por hacer el intento en conocerme.  Gracias.

José Javier Barreto Curbata.

lunes, 5 de enero de 2015

El cigarrillo.



14 de diciembre del 2014, 3:31 am.




  • ¿Entonces? ¿Cual dices que fue el problema, Javier? - me preguntó el señor Grey mientras me miraba fijamente y vaciaba el contenido de su vaso en su boca.
  • Ya lo he dicho señor Grey, probablemente no logré entenderla a tiempo. Siento que ya debería dejarla ir, es lo correcto, creo – dije forzando una sonrisa.
  • No es correcto forzarte a hacer lo contrario de lo que sientes – dijo Gus, sonriendo.
  • Yo me declaro culpable de ser impulsivo, y de hacer gilipolleses que me han costado caro – dijo Hache, vertiendo luego un buen trago de whisky en su interior -. Eso me ha enseñado que a veces, hacer lo que sientes no es hacer lo correcto – continuó.
  • Siempre hay luz en la oscuridad, de igual manera oscuridad en la luz – dijo el señor Grey -. Así pues, está escrito que, ¡A la mierda! Toda “mala” acción siempre lleva un poco de buena intención – continuó de manera seria y golpeando la mesa con su vaso vacío.
  • A veces malas acciones son llevadas a cabo por buenas razones – dijo Travis Maddox, mirándome -. Y con buenas intenciones claro – continuó, tomando luego un buen trago de whisky.
  • No lo sé – dije mirando a los demás.



Gus se mostraba radiante, aunque la verdad se notaba en su cara que había algo que le dolía mucho más de lo que parecía dolerle. Christian no perdía su elegancia aunque el 80% de su cuerpo estuviese realmente alcoholizado. Travis, Cuatro y Patch parecían estar sanos, aunque sus miradas hablaban por si solas. Hache era el único del grupo que parecía estar realmente feliz, algo bastante típico en el, según parecía. Y no hablaré de mi estado, pues yo sí que estaba realmente mal.



  • Dejar ir... - dijo Gus, esbozando luego una ligera y delicada sonrisa, mientras miraba al vacío.
  • Esa, tiende a ser la muestra de afecto más grande, amigo mío – dijo Patch, mientras colocaba luego su brazo en el hombro de Gus. Quién bajó la mirada lentamente.
  • ¿Aún no lo superas? - preguntó un Travis curioso.
  • Tal vez ya lo superó, pero es inevitable recordar – dije -. Recordar momentos también suele ser recordar sentimientos – continué.
  • Paciencia, colega... Se van a reunir – dijo Hache -. Al final, siempre nos reunimos al final del camino.
  • ¿En donde estamos? - preguntó Gus -. ¿Como sé que ella vendrá?
  • Estamos en un lugar sin privilegios al que cualquiera puede entrar – respondió Cuatro.
  • ¿Cualquiera? - replicó Gus.
  • Cualquiera tiene imaginación – dije.
  • ¿Por que estamos aquí? - preguntó Gus, un tanto curioso quizá.
  • Hache, como siempre, acaba de cagarla en su nueva relación – dijo Hache, mientras bebía un vaso entero de whisky de un solo golpe.
  • Travis y yo necesitábamos un trago – dijo Cuatro.
  • Grey es cliente fijo aquí – dijo Patch -. Y yo... Bueno, buena pregunta, no sé porque estoy aquí.
  • ¿Que hay de ti, Javier? ¿Por qué estás aquí? - preguntó Gus.
  • Probablemente vine a conocerlos – respondí.



Gus me miró durante varios segundos, en silencio, fijamente. Luego miró a todos en la mesa, y por fin habló tras varios minutos de silencio.



  • Ninguno en esta mesa conoce la historia del otro... - decía -. Creo que la razón por la cual todos nos reunimos esta madrugada es esa, somos una misma historia y estamos en el deber de unificarla... Cada uno de nosotros tiene un problema y necesitaba por la fuerza cierto empujoncito...
  • ¡Yo tengo 50! - le interrumpió Christian Grey.
  • Nunca he encendido un cigarrillo... Ni antes, ni después de ya saben qué... - continuó Gus, haciendo caso omiso del señor Grey.
  • ¿Que pretendes hacer? - preguntó Travis.
  • Es simple, todos aquí estamos lo suficientemente llenos de whisky como para dedicarnos un momento a lo que sentimos, aquí – dijo colocando su mano en el pecho -. Eso debe salir, el dolor demanda ser sentido.
  • Veo que se te ha quedado la frase colada, colega – dijo Hache, en referencia a la frase que había dicho Gus.
  • Grandes personas nos enseñan grandes lecciones – dijo Gus -. O nos piden leer un gran libro.
  • Supongamos que enciendas un cigarrillo, Waters, ¿que pasa con eso? - preguntó Patch.
  • Podemos cada uno de nosotros dar una bocanada, mientras contamos nuestra historia al grupo – respondió Gus.
  • Me parece estupendo – dije -. Necesito un cigarrillo... Este oxígeno me está matando.




Gus pidió que el grupo formara un semicírculo y encendió el cigarrillo, a la vista de todos... Y fue el primero en contar su historia mientras le daba ligeras bocanadas que liberaba cual experimentado fumador treintañero que aunque lo había dejado, no había olvidado como hacerlo. La historia de Augustus Waters es realmente conmovedora... No me dedicaré a contar los detalles pues creo que ustedes la conocen mejor que yo, solo puedo añadir que Hazel Grace, el amor de su vida. Le dejó ir... Pero Gus aquí le está esperando. Las historias de Travis y Cuatro, eran un tanto diferentes, poco conmovedoras pero en lo que a mi concierne... Bastante alentadoras. Hache fue el cuarto en contar su historia... O bueno... Sus historias, el problema de Hache era que, no sabía como no cometer un error. Patch fue el quinto, admito que esta fue de las historias más misteriosas que oí. Patch contaba su historia con mucho misterio y se notaba a leguas, que el misterio en su historia era él y solo él. La historia del señor Grey, no era precisamente diferente a la mía... Ambos tenemos un problema... O 50, el punto es que, Christian Grey ya estaba aprendiendo a dejar todas sus obsesiones de lado... Y fue ahí cuando caí en cuenta... Todos en esta mesa, estábamos ahí porque nos necesitábamos tanto al uno como al otro, esta historia se narraba en un punto indeterminado en el cual cada uno de nosotros necesitaba un amigo. Aunque conocíamos la hora y la fecha, estábamos seguros de que estábamos perdidos en el tiempo. Cuando el señor Grey me pasó lo que quedaba del cigarrillo, pude notar que únicamente le quedaban un par de bocanadas...



  • Bien... - dije antes de dar la primera bocanada -. A veces, tan solo a veces, tiendes a enamorarte rápidamente, pero muy despacio... - dije luego de soltar una ligera cantidad de humo de mi boca -. Las mejores historias no son las que se escriben y son leídas, no. Las mejores historias son aquellas que vives sin derecho a vivirlas nuevamente... Y digo derecho porque es necesario extrañar a aquello que ya has perdido... Sino, ¿como sabrías que realmente ha sido amor? Mi problema es que estoy enamorado, y no sé si ella siente lo mismo por mi, sé que tiende a ser algo típico... Pero hay un detalle que tomo demasiado en cuenta... Yo le importo, le importo más de lo que, según ella, debería hacerlo. Y eso me hace sentir que soy correspondido y precisamente eso es aquello que me hace demasiado daño... ¿Saben? El enamorado no sufre por aquello que siente, el enamorado sufre por aquello que cree que sienten y por eso, es necesario que te lo demuestren... Y ella nunca demostró nada. Me rechazó, según ella no siente la necesidad de estar conmigo, y no le culpo, soy un maldito desastre... Solíamos hablar todas las noches, y lo malditamente absurdo, es que incluso después de eso, aún lo seguimos haciendo... Y no sé si sea lo correcto, el amor es complicado, y bipolar... Cuando ya no quieres sentir algo por alguien, obviamente buscas como superarle... ¿Pero como alejas literalmente a aquello que siempre está a un lado de ti? ¡Joder! Es difícil... Pero si la alejo, la extraño, y si la extraño, sé muy bien que voy a amarla mucho más... Chicos... Creo que estoy enamorado, y me cuesta aceptarlo ya qué, nunca nos hemos mirado fijamente, ni besado, he incluso creo que jamás he sentido la calidez y la suavidad de sus manos en las mías... Lo cual es patético... Soy un enfermo, No me siento preparado para amarla y a la vez, tampoco me siento preparado para olvidarla. ¿Ven? El amor es absurdamente bipolar, te hace sentir una cosa, y luego que hacer lo contrario es lo correcto cuando a la vez, hacer lo correcto es no hacerlo. Yo sé muy bien que el alcohol no ahoga las penas, y que tampoco lo hace el humo... Pero... ¿Saben? Sí que ayudan a apartar, y eso es lo correcto... Uno debe apartar lo que siente por alguien si lo que quiere es superarle. Ese es el maldito secreto del “amor”, el amor, es correr en círculos sabiendo que saltar fuera del circulo es lo correcto, y lo necesario... A duras penas, claro. Pero yo quiero intentar algo con ella, tengo fe en la fe de mi corazón. Sé que es absurdo, y que he dicho que me ha rechazado, el problema es que no sé si ella realmente lo ha hecho... Es decir, lo hace, pero no lo demuestra... Salta al vacío desde el punto más cercano al cielo y luego tira del paracaídas, eso es lo que ella hace, y yo no sé que hacer... No le ruego por una oportunidad, de hecho no lo hago, ni sé que hago. No la enamoro, no la tengo conmigo, no la supero... Bendito alcohol y bendito humo. No saben cuanto daría por saber lo que ella siente por mí... Eso sería correctamente lo correcto, y sé que mi aliento no solo apesta a alcohol ahora, también lo hace a sentimientos y es ese mi problema, no estoy acostumbrado a derrochar lo que siento, ¡Maldita sea!



Cuando terminé de hablar, di una leve bocanada delicadamente y luego liberé el humo, noté que el cigarrillo aún se mantenía encendido, así que estaba casi seguro de que aún me quedaba una bocanada más. No quise fumarla, pero tampoco quise hablar, así que me dediqué a mirar la colilla del cigarrillo por varios minutos, en silencio.



  • Un hombre enamorado no solo puede sentir lo que siente, sino además lo que sienten por el – dijo Hache, rompiendo el silencio.
  • Supongo – dije.
  • ¿Que crees que sienten por ti? - preguntó Cuatro.
  • No lo sé... - respondí.
  • ¿Te ha dicho lo que eres o significas para ella? - preguntó Travis.
  • Solo soy uno más, ni siquiera sé si amigo, ni siquiera creo ser importante, tampoco creo interesar – respondí.
  • Las humanas sufridas y su mala costumbre de cerrarse al resto de los humanos, típico – dijo Patch.
  • No la dejes ir – dijo de pronto, Gus -. Lucha por quedarte, hazlo hasta el final.



Cuando Augustus Waters se atrevía a decirme algo, podía sentir que tenía toda la razón y era justo lo que yo debía hacer pues, estaba seguro de que él, era quién más me entendía entre aquellos que estábamos en la mesa.



  • Tienes que buscar la manera, debe haber alguna – añadió Gus.
  • La necesito, Gus, la necesito... - dije.
  • Si la necesitas es porque ella también te necesita a ti – dijo Cuatro.
  • Pero... Si lo hace... Si te necesita... ¿Por que rayos no te lo dice y se queda callada? - preguntó Patch.
  • Es la maldición de la inseguridad, típica y patética, así son ellas. Las chicas, digo, inseguras aún cuando le ofreces una total y plena seguridad – dijo el señor Grey.
  • ¿Que vas a hacer? - preguntó Gus.
  • No puedo dejarla ir, pero tampoco es correcto que se quede, Gus – respondí.



Gus me miraba serio, y ladeaba su cabeza lentamente mientras fruncía sus labios.



  • Necesito un momento – dije, y me levanté de la mesa.



Salí por la puerta trasera del Bar, estaba ahora en un callejón, era en donde la basura del Bar tenía su lugar supongo. Al notar que no había nadie, rompí a llorar en silencio, con la colilla del cigarrillo aún en mi mano, aún me quedaba una ligera bocanada, y estaba pensando en fumarla, el problema era que ese bendito nudo en mi garganta me impedía hacer muchas cosas... Recordé que en mi bolsillo tenía una nota de ella, en la cual había algo escrito, se que era algo corto, quizá unas 10 palabras lo cual parecía mucho y hasta exagerado pero era cierto. La escribió y la colocó en mi bolsillo cuando le pedí mostrarme sus sentimientos, y luego se marchó sin despedirse siquiera... No me atrevía a leerla, pues la frialdad de sus acciones me hacían pensar que un “No eres nada”, o quizá “Largo de mi vida” era aquello que había escrito. Saqué la nota de mi bolsillo, dispuesto a echarla en un pequeño contenedor de basura, y justo cuando tras arrugarla, la iba a lanzar, una voz me detuvo...



  • Si yo fuera tú, la leería en voz alta – dijo la voz, sonaba algo arrogante y hasta egocéntrica quizá.
  • Y si yo fuera tú, no espiaría hombres – dije sin girarme.
  • ¿Te vas a fumar esa colilla? - preguntó.
  • Quizá... Pero creo que solo queda una bocanada - respondí, y luego me di la vuelta.



Era un chico alto, rubio, cabello largo y ojos azules. Le miraba confundido, pues se me hacía familiarmente conocido. El me miró fijamente.



  • Una bocanada es una bocanada – dijo -. Jace, el cazador de sombras más grande que ha existido.
  • ¿Es complicado tu apellido? - pregunté en tono de broma.
  • No realmente... Herondale, Wayland, Morgenstern, Lightwood, tengo para escoger – respondió en tono sarcástico.
  • Es un placer, Jace – dije.
  • ¿Y tú eres? - preguntó un tanto extrañado.
  • Ah, no te preocupes, soy nuevo, Javier Barreto... - respondí.
  • ¿Que ibas a hacer con esa nota, Javier? - preguntó Jace.
  • Botarla, junto a lo que siento – respondí.
  • Que patético – dijo.
  • Lo sé – dije asintiendo con mi cabeza.
  • ¿Por qué no la lees? - preguntó.
  • ¿Para qué leer algo sobre lo cual ya sabes que está escrito? - respondí preguntando.
  • Quizá sepas lo que dice, pero no lo que realmente quiere decir – dijo Jace -. A veces lo que decimos no es lo que queremos expresar.
  • Siempre hay un quizá – dije.
  • ¿Entonces que esperas? - preguntó -. ¡Leela!



Me di la ultima bocanada del cigarrillo, y tras liberar el humo, arrojé la colilla dentro del contenedor junto a la nota sin leerla. Me di media vuelta y cuando estaba a punto de entrar al Bar, sentí que me tomaban del brazo, me giré, y en efecto, Jace me tomaba del brazo.



  • Mira dentro – me dijo.



Miré dentro del contenedor de basura y noté que la nota estaba encima de la colilla del cigarrillo que aún permanecía encendida y aún así, no se quemaba. Metí mi mano y saqué la nota. La abrí, mientras miraba a Jace quién me miraba fijamente. Mi corazón latía a mil por hora, he de admitirlo, ya no estaba seguro de lo que esa nota decía... Hasta que la abrí... Antes de leerla, levanté mi mirada al cielo preguntando, “¿Que es lo que soy para ti?”, como esperando hallar una respuesta en esa nota, y la miré.



Eres una de las mejores cosas que me han pasado”



Miré a Jace, tratando de contener la emoción aunque el se mostraba frío. Jace caminó lentamente hacia mí y el contenedor de basura. Y sacó la colilla del cigarrillo, puso su mano en mi pecho y dijo.



  • La colilla del cigarrillo aún está encendida – en tono serio -. ¿No?
  • Gracias – dije tras una sonrisa leve.
  • Agradecelo junto a ella, cuando estés con ella – dijo.



No me costó mucho entenderlo, la verdad. Mientras la colilla del cigarrillo aún esté encendida podrás darle con gusto una nueva bocanada... Mientras sientas lo que sientas por alguien, debes tener esperanza... Mientras lo sientas, siéntelo y no te rindas... Apartate solo cuando se apague el cigarrillo...





Continuará...



Nota: Cualquier parecido con algo conocido, es mera coincidencia.