martes, 4 de noviembre de 2014

"Días pasados" - Con Alexandra Bottini

 Desperté extrañándola, y cayendo en cuenta de que ya nada era igual, todo había cambiado. Lo que yo sentí por ella alguna vez era solo polvo de cenizas, una llama que hace mucho se había apagado. ¿La amé? Si, por supuesto que la amé y justo ahora estoy amándola más que nunca. Es típico de hombres valorar aquello que ya has perdido para siempre. ¿La extraño? Si, la extraño y juro que nunca dejaré de extrañarla, porque lo nuestro fue un infinito y se sabe que el infinito no tiene fin, sino que está en una constante expansión, es así, lo que siento por ella cada vez se incrementa más y más.

-  Maldito doce... - susurré en voz baja secando una lágrima de mi mejilla izquierda.

 Me levanté de la cama y me dirigí directo al baño, lavé mi cara luego de cepillar mis dientes y miré fijamente el espejo. La imagen de Nayara reflejada en el espejo, abrazándome por la espalda, besándome el cuello y jugando con mi cabello se hacía presente en mis pupilas, y cada vez era más real.

- ¿Habrá un día en el que no te extrañe? - pensé en voz alta.

  Nayara lo es todo para mi, creo y considero que es el amor de mi vida. Pero no por lo que vivimos, sino por lo que me hizo y aún me hace sentir. Nunca cerré los ojos mientras la besaba porque jamás quise perder detalle alguno de sus hermosas facciones mientras las tenía tan cerca.

- ¡Nayara maldita greñuda! - exclamé recordando el cabello tan gracioso de Nayara, un cabello que juro amo casi tanto como a ella. Dejé escapar varias sonrisas de manera simultánea y levanté rápidamente la mirada al techo, para evitar que algunas lágrimas escaparan de mis ojos.

 Maldigo ese fulano "12" por una bendita razón... Su 12, mi 12, nuestro 12 era infinito, nunca debió terminar... No existen los para siempre, eso es verdad, pero tampoco existen los finales, nada termina pues todo es un ciclo. El planeta no deja de girar por una razón, porque todo fluye y nada se detiene. Bajé a la cocina y me detuve frente a la nevera, suspiré al recordar como soñábamos con llenar la puerta de la nevera con fotos nuestras, no pude contener las lágrimas y lloré como un niño al que le quitan lo más preciado que posee.

- No quiero que vuelvas Nayara... Pero tampoco puedo dejarte ir... - decía lloriqueando -.    Joder... ¡TE NECESITO! - grité dejando que el resto de lo que sentía me desgarrara por completo y se derribara la poca firmeza que poseía.

 Dejé caer todo el peso de mi cuerpo sobre mis rodillas mientras lloraba destrozado y desconsolado. Necesité un par de minutos para auto-consolarme y ponerme de pie. Recordé que lo nuestro no terminó por mi, recordé que siempre di lo mejor de mi y era imposible que tuviera alguna bendita falla en lo nuestro. Por un lado me sentí orgulloso de mi, y por el otro mi autoestima se fue al subsuelo, porque aún cuando lo di todo eso no fue suficiente para ella. Me sentí como si fuera la basura de las basuras.

 Lo malo de extrañar a alguien es recordar, y lo malo de recordar es no olvidar. Es un maldito castigo, una maldita tortura y una maldita condena el no poder olvidar a alguien que a ti ya te ha olvidado... Tenía en mi presente las imágenes de todos nuestros días pasados.

  Cuando creí que ya nada podría ser peor, sentí su perfume en el aire, ese olor tan suyo, único e indescriptible. No existen palabras coherentes que plasmen la delicia que ella deja en el aire... Maldita Nayara... Tu no sabes cuanto te amo, no lo sabes...

 Necesitaba saber de ella...

 Cuando el día llegaba a su meridiano oí el timbre sonar. Mi corazón se sobresalto de una manera épica, como nunca antes. Corrí a la puerta y la abrí de golpe. Pero no había nadie... Bajé la mirada al suelo y vi un pequeño sobre encima de la alfombra. Supe enseguida quién lo había escrito. Nayara, Nayara tenía por costumbre expresar lo que sentía con letras escritas y no con palabras pronunciadas. Sin pensarlo dos veces rompí el sobre y saqué la nota. Aclaré mi garganta dispuesto a leerla en voz alta ahí, en la puerta de mi casa y sin titubear comencé a leer.

" Hola... Bueno, como tu ya sabes soy una chica de palabras mudas, por eso prefiero las notas escandalosas. Esa clase de notas en las que no necesitas mostrar una cara para que se den cuenta de como te sientes, mas sino solo un par de letras bien escritas... Solo quiero decir que te extraño... Y que extraño cada una de tus sonrisas, extraño esos pucheros que solo tu me sabes hacer, extraño esas palabras de aliento que me dabas cuando me deprimía, extraño cada uno de nuestros juegos, extraño cada una de nuestra peleas, extraño hablar contigo largas horas por teléfono, extraño cada uno de tus besos, extraño que cruces nuestros dedos, extraño cuando mirábamos a la nada, extraño mirarte a los ojos y perderme en ese mar de ternura, extraño cuando me perseguías por toda la casa para hacerme cosquillas, extraño acariciarte el cabello hasta que quedes totalmente embobado, extraño hacer esas cosas de niños, extraño quedarme en la puerta esperando a abrazarte, extraño pasar largas horas hablando cosas sin sentido, extraño tus chistes de mal gusto, en verdad no se como todo pudo cambiar de un día para otro, ya no eres el mismo, ya ni me llamas, ya ni un mensaje me mandas, ya ni te preocupas por mi, ya no somos ni amigos, dime... ¿Hay algo que hice mal? Quiero saberlo, te amo y te extraño demasiado."

 La nota de Nayara me hizo recapacitar en una cosa, solo una... Una maldita cosa y era suficiente para aclarar todas mis dudas y responder todas mis preguntas. Yo me alejé, yo fui el culpable. Lo que me deja otra maldita incógnita, ¿como responderle a Nayara sin hacerla sentir atada u obligada a volver? No la merecía, no merecía que ella me extrañara aunque la estuviese necesitando más que al oxígeno que respiro. Trague saliva resignado a no responderle, pero necesitaba desahogarme y asegurarme de que ella nunca leyera eso. 

 Subí a mi habitación y arranqué la ultima página de mi cuaderno. Me senté en la orilla de la cama y tras tomar un lápiz desgastado que encontré en medio del desorden en mi habitación me dediqué a escribirle a Nayara lo que siento, pero obviamente debía ser algo que ella nunca pero nunca debía leer...

" Querida Nayara... He tomado en cuenta muchas cosas antes de escribir esto y debo admitir que te extraño, y te necesito aquí conmigo, me haces tanta falta que aunque llegue a tenerlo todo, sin ti no valdrá de nada. No te merezco, soy el culpable de esto, porque yo me aleje, yo te aleje y yo fui quién evito que esto se volviera a unir. Dejé que el rencor y la ira sobrepasaran a aquello que siento por ti. Te amo Nayara, te amo como no tienes idea, y te juro que nunca más volverás a sentirte mal por mi. Tengo planeado velar por tu felicidad sin que tú te des cuenta... Cometiste muchos errores, y aunque te diga que te odio, te miento más de lo que debería, creeme... ¿Como odias algo que amas tanto? Te amo Nayara, te amo y no te odio aunque te halla dicho que si. Ojalá llegue el día en que me puedas perdonar por no perdonarte. Fui un tonto cegado por razones absurdas que ni siquiera yo mismo comprendía, en realidad creo que solo buscaba una excusa para hacerme creer que yo tenía la razón. ¿Pero sabes? Siempre la tuviste tú, te amo.

 El saber que era lo que tu extrañabas de mi, me hizo sentir el idiota más idiota de todos los idiotas. ¿Sabes por que? Porque tú extrañabas grandes y pequeños detalles, y fui yo quién nos privó de esos detalles, fue yo quién nos obligó a dar por terminada esa situación de melosidad y cursilería, fui yo quién nos obligó a ambos a caer en la monotonía, todo fue mi culpa Nayara. Admito mi error, admito que yo detuve la expansión de todo lo que sentimos o sentíamos. No me queda de otra que desearte lo mejor, vas a encontrar a alguien mejor que yo, lo cual no es nada difícil... Te amo Nayara, sé que nunca voy a encontrar a alguien como tú, de eso estoy seguro. Cuidate como yo te cuide y si fallé, pues mejoralo. Eres mi futuro, aunque no estés en mi presente y queden solo días pasados.

 Con Amor, Javier."


 Cuando terminé de escribir la carta saqué un cigarrillo de la caja que había en mi bolsillo y lo coloqué en mi boca. Saqué luego el encendedor y encendí el cigarrillo. Mientras lágrimas amargas se escurrían por mis mejillas accedí a encender la carta que le había escrito a Nayara... 

 Agradecimiento especial a la súper cuu Alexandra Bottini por su colaboración en la realización de lo ya leído... Gracias por leer.